Íbamos a nadar un poco más de tres horas, así que traje conmigo algo de tarea: analizar el dilema del robo en casa bajo el enfoque del consequencialismo* y cómo simplificar el concepto de una nueva oferta de servicios que estamos lanzando en la empresa.

Como estilo, empecé nadando despacio hasta completar los primeros quince minutos de calentamiento. Normalmente lo único en lo que pienso hasta ahí es en el tiempo que toma el cuerpo para adecuarse al agua helada (dejan de doler los huesos de la cara), pero esta vez mi mente también estuvo distraída en algunos dolores de espalda y hombro por unas punzadas que me hicieron el día anterior en terapia muscular.

Luego de la primera parada, estiré un poco y empezó el primer tramo largo que duraría lo suficiente para trabajar en mi primera tarea. Empecé repasando la principal afirmación del consequencialismo (el fin máximo moral de tus acciones es que los resultados sean lo mejor posibles), traté de definir con mis propias palabras el dilema del robo armado en casa (un ladrón te amenaza con matar a tu hijo si no le das el dinero de la caja fuerte y sabes que así se lo des, es muy probable que asesine a ambos) y me puse a calcular mentalmente el resultado esperado de las posibles decisiones del dilema.

De pronto la palabra “robo” me pedía que la piense, así que decidí analizar cómo así el mismo consequencialismo podría justificar el robo, cuando se le quita a quien le sobra (le vale poco) para darle a quien le falta (le vale mucho). Aunque creo que cada paso sobre esta idea se intercalaba con pensar en el dolor que empezaba a sentir en el hombro derecho, recordando que hace un año tuve un dolor terrible similar haciendo lo mismo.

Luego, pasaron por mi mente: el recuerdo de cómo antes le daba poca importancia al sueño, me pregunté por qué me estaba lesionando tan seguido, me acordé que tenía que ir al dentista más tarde a pesar de estar cansado, imaginé lo que iba a almorzar en unas horas y listé de todas las cosas que quería hacer ese fin de semana.

La verdad es que lo anterior es un breve resumen de todo lo que realmente pensé en ese tiempo, y tal vez más ordenado de cómo realmente ocurrió. Y eso que antes había pensado en qué iba a pensar.

El punto es, que lo que intenté hacer conscientemente fue pensar en algo puntual. Pero sin querer, mi cerebro me pidió discutir otros temas también. Debo estar muy lejos de dominar la técnica pero al menos estoy intentando controlar algo de mis pensamientos.

Me he referido antes a repasar, recordar, definir, analizar, recordar, imaginar y listar, que resulta claro que tienen que ver con pensar. Pero, ¿Qué es realmente pensar?

Pensar

Pensar es una de las actividades que más realizamos en el día (60,000 – 80,000 veces), siendo que a diferencia de otras que repetimos mucho, una proporción mayor de esta la hacemos conscientemente**. A pesar de esto, es más difícil definir qué es pensar que respirar, latir o parpadear, que son procesos asociados a aspectos físicos.

Aquí una definición formal:

Mental behavior wherein ideas, pictures, cognitive symbolizations, or other hypothetical components of thought are experienced or manipulated. In this sense, thinking is inclusive of imagining, recalling, solving problems, free association, daydreaming, concept formation, and a variety of other procedures.

Psychology Dictionary

Esta otra definición creo que complementa la anterior:

Pensar es un proceso, una función biológica realizada por el cerebro. El procesamiento de los pensamientos es el acto de recibir, percibir, comprender, guardar, manipular, inspeccionar, controlar y responder al torrente continuo de datos.

El cerebro: manual de instrucciones – John J. Ratey

Entonces, pensar en definitiva es un una función mental a través de la cual experimentamos algo (p.e.: una idea), se podría manifestar de varias maneras (p.e.: asociación), y está compuesta por subprocesos (p.e.: almacenar).

Dado que muchas veces se emplea el término “cognición” de manera equivalente (p.e.: psicología cognitiva), vale la pena aclarar: cognición podría referirse a los procesos mentales encargados de generar comprensión y conocimiento, siendo uno de ellos pensar, y los otros las experiencias y los sentidos <1>; o podría referirse a un proceso temporal, con principio y fin (p.e.: escuchar una canción), mientras pensar es algo continuo, sin resultado tangible <2>.

Como puede ser un poco confuso, y solo con el fin de dar a entender mis argumentos en este artículo, me aventuraré a proponer un esquema*** de lo que ocurre en el cerebro cuando pensamos:

Percepción ==> Cognición ==> Procesamiento ==> Respuesta

Me he basado en el modelo de “Los Cuatro Teatros”, propuesto por John J. Ratey <3>, pero con algunas simplificaciones:

Modelo Original (Teatros) Modelo Simplificado (Fases)
T1: PercepciónF1: Percepción
T2: Atención, Conciencia y Cognición F2: Cognición
T3: Función CerebralF3: Procesamiento
T4: Identidad y ConductaF4: Respuesta

Si bien el modelo estuvo originalmente ideado para estudiar algunas afecciones mentales basándose en la lógica de que el origen de estas puede estar en una fase anterior****, considero que es de gran utilidad para entender los procesos de pensamiento en situaciones más cotidianas.

Un ejemplo ayudará: Estamos caminando descalzos por la casa y nos golpeamos un dedo del pie con la pata de un mueble, por estar distraídos con el celular. Nuestro sentido del tacto detectará el contacto con el mueble (percepción). Luego de algunas centésimas de segundo prestamos atención al evento, tomamos conciencia del mismo y la señal de dolor llega al cerebro (cognición). Con esta información, el cerebro decide cuál será la reacción, luego de intentar estimar el impacto (procesamiento), y finalmente gritamos algo y nos cogemos el pie (respuesta).

Una gran cantidad de pensamientos siguen todo ese flujo, aun cuando nosotros no distingamos cada uno de estos subprocesos por ser casi automáticos y ocurrir en tiempos muy cortos.

Sin embargo, existe otro tipo de pensamientos (tal vez los más interesantes) cuya percepción no nace en los sentidos, y por lo tanto su origen no es físico sino mental (les llamaré “pensamientos de origen mental”). Del mismo modo, la respuesta pareciera poco intangible en la medida que no necesariamente deriva en un comportamiento inmediato: estás en la ducha sabiendo que tienes poco tiempo para bañarte e ir a trabajar, cuando de pronto, estando algo relajado, te viene una idea acerca de un negocio, “piensas” en los pro y contras, los costos, el público objetivo, etc.; y finalmente decides “guardarla” para volver a pensarla otro día. No es el agua quien inicia el ciclo, sino algo dentro de tu cerebro; y no terminas “haciendo” algo sino solo almacenando la información para emplearla luego.

Tipos de pensamiento

Tomando como referencia el modelo propuesto, me voy a referir en esta parte a la fase “procesamiento”, que sin ser la más importante (no hay río sin glaciar), puede que sea la más compleja, o al menos la más variada. Cuando “procesamos”, en realidad podríamos estar:

  • Recordando, cómo fue la última navidad en casa de la abuela.
  • Imaginando, qué pasaría si tuviera que renunciar a mi trabajo.
  • Razonando, cuál es nuestra posición sobre el aborto.
  • Emocionándonos*****, por el pronto nacimiento de un hijo.
  • Listando, las tareas que debemos completar en la semana.
  • Comparando, empezar a estudiar con seguir trabajando.
  • Calculando, cuánto nos costarán las próximas vacaciones con la familia.
  • Reconociendo, una melodía que nos sonaba familiar.

Puede que me quede corto y que exista una mejor clasificación, pero estas formas son suficientes para continuar.

¿En qué pensar?

En Thinking Fast and Slow, Daniel Kahneman explica cómo nuestra capacidad de pensar está basada en dos sistemas: el Sistema 1 es rápido, intuitivo y emocional, mientras el Sistema 2 es más lento, deliberativo y lógico. Específicamente:

System 1 operates automatically and quickly, with little or no effort and no sense of voluntary control.

System 2 allocates attention to the effortful mental activities that demand it, including complex computations

Thinking Fast and Slow – Daniel Kahneman

Es así que son tareas típicas del Sistema 1: Leer palabras en un letrero grande, entender oraciones simples, responder a “2+2”, detectar hostilidad en una voz, hacer un gesto de disgusto al ver una imagen horrible, o detectar que un objeto está más lejos que otro. Y del Sistema 2: buscar una mujer de cabello blanco en una multitud, llenar un formulario de impuestos, esperar el sonido de la pistola que da inicio a una carrera, concentrarse en la voz de una persona en un ambiente con mucho ruido, comparar dos lavadoras por su valor total, o revisar la validez de un argumento lógico.

Creo que resulta sencillo entender que las tareas del Sistema 2 se distinguen por ser más complejas y requerir más concentración, lo que no quita lo indispensable de las tareas efectuadas por el Sistema 1.

Anteriormente me referí a los “pensamientos de origen mental” como aquellos que no nacen de un estímulo externo, sino que se inician dentro de nuestro cerebro. Dado que no se me ocurre un ejemplo de un pensamiento de este tipo que pueda ser atendido por el Sistema 1, me animaré a decir que casi todos los pensamientos de origen mental se “procesan” por el Sistema 2, o algo por estilo.

Para esquematizar un poco, propongo el siguiente diagrama:

Entonces, dado que nuestro cerebro ya está preparado para atender una serie de tareas con ambos sistemas, a mi me parece lógico que para desarrollar nuestra capacidad mental deberíamos trabajar fundamentalmente en:

  • Pasar tareas del Sistema 2 al Sistema 1 a partir de adquirir destreza (para un maestro de ajedrez hacer un movimiento inteligente en el tablero ya es propio del Sistema 1)
  • Pasar tareas del Sistema 1 al Sistema 2, cuando el resultado actual podría no ser el mejor, para luego regresarlas mejoradas al Sistema 1 (si constantemente pronuncio mal una palabra en otro idioma, creyendo que la conocía, mejor será detenerme cada vez que la veo y pensar con el Sistema 2 antes de pronunciarla)
  • Dirigir nuestro pensamiento a temas que vale la pena procesar y que por lo tanto tienen origen mental******

No es que podamos trabajar todo el tiempo en estos tres aspectos (la mayor parte estaremos abocados en lo que siempre hacen el Sistema 1 y el Sistema 2), pero habría que dedicarles un poco de tiempo, conscientemente, ¿no?

¿Cómo pensar mejor?

Ya sabemos qué es pensar, qué tipos de pensamiento existen, un poco de cómo opera nuestro cerebro y en qué podemos trabajar para desarrollar nuestro pensamiento.

La siguiente cuestión es cómo podemos aprender a pensar mejor. Como toda actividad, la práctica hace el maestro, pero existe un atajo muy potente: los modelos mentales.

Los modelos mentales son herramientas que sintetizan ideas que vienen de distintos campos y que nos pueden ayudar a facilitar la búsqueda de soluciones a nuestros problemas.

Estos modelos tienen dos atributos interesantes: han sido formulados a partir de experiencias que otros ya han vivido y luego de un proceso de reflexión y puesta en práctica; vienen de diversos campos, de manera que nos pueden proveer un bagaje de conocimientos resumido pero amplio por ser multidisciplinarios.

A manera de ejemplo, un modelo mental que uso con frecuencia es el modelo de jerarquía de necesidades, propuesto por Abraham Maslow en 1943, pero creo muy vigente a la fecha. En resumidas cuentas, el modelo propone que los seres humanos tenemos necesidades jerarquizadas, de manera que para buscar satisfacer necesidades de un nivel superior (p.e.: escribir un artículo por solo el gusto de hacerlo), tendríamos que haber atendido necesidades de los niveles inferiores (estar bien alimentados, sentirnos seguros, amados y valorados). Entendido esto, a mi me resulta muy lógico que a alguien que no tiene la suerte de cubrir sus necesidades básicas no podría importarle la política de su país, o a un niño que no se alimenta correctamente no le den ganas de atender a una lección en la escuela, y en ambos casos, entender por dónde se debe empezar para tratar de conseguir resultados positivos.

Cuando razonamos, básicamente lo que hacemos es buscar en nuestro cerebro alguna coincidencia de lo que tenemos al frente con algo previamente almacenado, ya sea a partir de la experiencia o de un conocimiento adquirido. Los modelos mentales justamente nos pueden ayudar a no tener que vivir esas experiencias, y a pesar de ello decidir mejor y obtener mejores resultados.

Luego, para pensar mejor, nada más apropiado que equipar nuestro cerebro de modelos mentales (aquí una buena guía para empezar).

¿Cuándo pensar?

Teniendo claro que el desarrollo mental tendrá lugar en la medida que tengamos momentos para dirigir nuestro pensar, debemos generar esos espacios.

El problema aquí es que en la actualidad nuestras agendas se llenan principalmente de dos tipos de actividades: reuniones o intervalos de tiempo para responder todo lo que nos piden (y a veces incluso traslapados). Es decir, no hay espacio para “pensar”, o pensamiento dirigido (cuando veo lo agenda de alguien, usualmente llena de reuniones toda la semana, no puedo evitar preguntar: “¿Y a qué hora piensas?”).

Para resolver esto, conozco dos enfoques: trabajo profundo y tiempo a solas con tu cerebro.

En Deep Work, se explica claramente que la única forma de producir algo significativo es dedicarle tiempo enfocado y exclusivo a ello (usando Sistema 2). Para esto, es necesario agendar intervalos en la semana en los que se trabaje en el tema en cuestión, fuera de todas las distracciones típicas (email, chats, teléfono, etc). Esto seguramente implicará reducir tiempos para actividades más superficiales (shallow work), o incluso delegar o eliminar tareas, dándole espacio a aquellas en las que se puede aprovechar mejor nuestras capacidades mentales.

El otro camino que conozco, dentro o fuera del horario laboral y para temas no necesariamente profesionales, es buscar un espacio en el que uno se pueda reunir consigo mismo, usualmente realizando en paralelo alguna actividad física de baja demanda: caminar es probablemente la más común, por la facilidad con la que podemos llevar a cabo y la mínima logística requerida (aquí una explicación de la conexión cuerpo-mente que se promueve al caminar y aquí referencias de algunos pensadores famosos para los que el caminar era parte clave de sus rutinas).

Personalmente, yo me reúno conmigo mismo cuando nado en el mar (así se me ocurrió escribir el artículo y fue durante una sesión de nado que ideé la estructura inicial del mismo). Pero independientemente de la actividad, lo cierto es que no puede ser muy demandante en el aspecto físico, se deben evitar distracciones y se requieren intervalos de tiempo ininterrumpidos (al menos media hora, creo yo). Dadas las condiciones, sugiero seguir estos pasos:

  • “Llevarse” el problema de tarea antes de iniciar
  • Iniciar reformulándolo
  • Pensar en diversas alternativas de solución, analizando cada una
  • Almacenar resultados
  • Volcar los resultados escribiéndolos (o grabándolos) en algún lado, al terminar

¿Por qué pensar?

Evidentemente aquí me refiero al pensamiento que usa el Sistema 2, pero puntualmente al pensamiento dirigido.

Estamos acostumbrados a que el mundo nos ponga la agenda: lo que pasan en televisión, lo que cuentan en el periódico, lo que discuten en redes sociales, lo que nos escriben por chat o por email, o lo que nos piden hacer en casa. Es cierto que mucho de esto nos tiene que importar, pero ¿por qué dejar que todos nuestros pensamientos los decidan otros?

Mucho más lógico es identificar temas que nos interesen personalmente (el hábito de leer es un gran inspirador) y dedicar parte de nuestro tiempo a pensar en lo que nos importa. De esta manera, con seguridad, dejaremos de preocuparnos por temas triviales que hoy nos consumen valioso tiempo.

… it is impossible to have a great life unless it is a meaningful life. And it is very difficult to have a meaningful life without meaningful work.

Good to Great – Jim Collins

A deep life is a good life.

Deep Work – Cal Newport

Luego, no hay manera de tener una vida valiosa si todo el tiempo pensamos en cosas insignificantes.

Conclusión

No siendo una capacidad exclusiva de los seres humanos, pensar sí es una capacidad que hemos desarrollado a otro nivel y probablemente sea lo único que nos ha dado el lugar privilegiado que tenemos en el mundo. ¿Cómo no seguir explotándola?

Todos los demás nos conocen por nuestros actos, pero nosotros por nuestros pensamientos. ¿Quiénes queremos saber que somos?

Es cierto que nacemos con algunas capacidades pre-instaladas, como la inteligencia, pero también que podemos adquirir nuevas capacidades. Y justamente aprender a pensar es una de ellas, si no la más importante.

El “Pienso; luego existo” de Descartes no es “piensa primero; actúa después” (así también lo creía yo), sino en realidad “dado que pienso, existo”. Con un pensamiento dirigido no solo existimos, vivimos.

Y tú, ¿qué piensas?

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Referencias:

  1. What is cognition? – Kendra Cherry
  2. Thinking vs cognition – Maria Popova
  3. El cerebro: manual de instrucciones – John J. Ratey

Notas:

* Si realmente quieres pensar, debes intentar leer Reasons and Persons de Derek Parfit.

** En un día, nuestro corazón late entre 80,000 – 140,000 veces, respiramos entre 17,000 – 23,000 veces y parpadeamos entre 14,000 y 19,000 veces.

*** La humanidad está muy preocupada con entender el universo y las galaxias, cuando todavía no conocemos muy bien algo tan vasto y lleno de vida como el océano. ¿Cómo vamos a conocer el océano si aun estamos muy lejos de entender el cerebro? Luego, como a pesar del avance en este campo, aun falta mucho, no me preocupa el atrevimiento.

**** Tal como cuando la causa raíz de la muerte de peces en un río podría no visualizarse en la zona en donde se los encuentra, sino en el área en donde nace el río, varias afecciones del cerebro podrían estar en dificultades en la percepción.

***** Sí. Sentimos con el cerebro, no con el “corazón”. Ah, y tampoco existe el “alma”. Al menos eso creo yo.

****** Este era el argumento central inicial del artículo, pero en el desarrollo entendí que los otros trabajos eran igual de importantes. De hecho, también son dirigidos.