Hace tres semanas que no puedo correr por una lesión en la rodilla y un par de meses que no puedo nadar mucho por falta de tiempo, y la verdad es que los estoy extrañando. No son tanto las endorfinas del ejercicio pues estoy haciendo algo de otro tipo, ni tampoco el contacto con el aire o los paisajes, pues felizmente lo tengo de otras formas, sino que cuando corro o nado a determinado ritmo mi cerebro empieza a disparar soluciones a problemas que vengo arrastrando o me lanza ideas sobre temas que ni siquiera estaba buscando. A veces me desespero por no tener la capacidad de almacenar mentalmente toda la información que se genera en esos momentos, así que trato de memorizar solo lo que parece más importante para transcribirlo en algún lado apenas sea posible.

Justo en paralelo y por casualidad, he iniciado a practicar algo de un hábito que había dejado por completo: escribir a mano. Durante mucho tiempo pensaba que escribir con un lapicero en un papel era una tontería, pues me tomaba más tiempo y luego igual iba a tener que pasar el texto a alguna computadora para almacenarlo o enviárselo a alguien, pero a partir de poner más énfasis en el aprendizaje (efectividad) que en el recorrido (cantidad) en mi lectura, vengo aprendiendo lo potente de escribir a mano.

Sobre lo útil de caminar (no exactamente correr o nadar) y escribir a mano para desarrollar creatividad y mejorar el aprendizaje, algo ya había leído, pero es estando en pleno descubrimiento de los beneficios que me pareció conveniente investigar al respecto para entender por qué funcionan y por supuesto cómo hacerlo mejor.

¿Por qué parecen funcionar?

Dicen que uno realmente aprende algo cuando lo hace: pareciera que la acción consolida el conocimiento.

En el caso de la escritura a mano la secuencia es casi literal: cerebro – (lengua) – mano. Tengo una idea a la que le doy forma en la mente, como que llegara a mi lengua para decirla y casi en automático canjeo la emisión de sonido por el movimiento de la mano para escribir. Cierto que la misma secuencia ocurre cuando escribo con una computadora, pero con dos grandes diferencias: al escribir a mano debo dibujar la letra (o garabatear en mi caso) y me he dado cuenta que me esfuerzo más para pensar la idea antes de escribirla que digitarla (con los teclados es mucho más fácil borrar o corregir cualquier cosa, e incluso ahora se tiene la inteligencia artificial prediciendo la palabra que supuestamente sigue).

Para que algo viaje del cerebro a la lengua o del cerebro a la mano, por supuesto tiene que haber llegado al cerebro a través de un estímulo externo (la visualización de algo, por ejemplo), aunque también podría tratarse de pensamientos de origen mental. Respecto a los que vienen de estímulos externos, leer es uno de los más poderosos porque la vista ocupa gran parte de nuestra capacidad mental, dejándonos poco para otros estímulos (siempre y cuando logres concentrarte realmente en lo que lees). [1]Justo respecto al aprendizaje vía la lectura, me parece preciso citar la regla Read -Think - Write propuesta por Jordan Peterson, según la cual uno debe leer un capítulo o ensayo, pensar al … Continue reading

Por el lado del caminar, o de manera más general, alguna actividad física que hacemos en automático y sin mayor esfuerzo, y sus aparentes beneficios en torno a la creatividad, tengo la idea de que son dos las razones por las cuales habría correlación entre estas actividades y creatividad:

  • Oxigenación: Pareciera que al hacer esfuerzo físico moderado y aeróbico no solo oxigenamos el cuerpo sino también por supuesto el cerebro, lo cual lo pone en un estado de más energía y por lo tanto amplía temporalmente sus capacidades, en este caso de pensar.
  • Enfoque: Aún pareciendo varios movimientos casi automáticos, en realidad sí estamos consumiendo recursos de nuestro cerebro, lo cual evita que los usemos para funciones que a veces se cruzan con nuestra tarea principal de pensamiento (sino prueba correr rápido y pensar en varias cosas dirigidas, una tras otra). Si esto se hace contemplando la naturaleza, son mayores las capacidades cerebrales que sin querer estamos activando, pero dejándonos suficiente espacio para profundizar el pensamiento en aquello sobre lo que queremos crear. Justo por esto creo que al meditar, por ejemplo, que usualmente se hace en momentos en donde usualmente estamos tranquilos, es muy complicado dejar de pensar, pues el cerebro tienes más capacidades disponibles para lo contrario: pensar mucho.
Relación entre Movimiento o Estímulos y la capacidad de Enfoque

Creo que mis argumentos son más o menos lógicos y creo tener evidencia empírica para soportarlos, pero sé que me falta redondear la explicación y que mi modelo deja fuera algunos hechos relevantes, como el estallido cerebral de ideas creativas que no estaba buscando.

Los caminantes

Son varios los pensadores conocidos por su intensa práctica de caminar, justamente conocedores de sus beneficios.

Aristóteles acostumbraba a dar clases y filosofar mientras caminaba en un paseo cubierto (peripatos en griego), ubicado dentro de la escuela que fundó llamada el Liceo (Ruiz Trujillo, 2015, p.30), justo por lo cual a los seguidores y discípulos de su filosofía se les llama “peripatéticos”, acostumbrados a debatir mientras caminaban. Algunas versiones indican que prefería caminar por algunas afecciones estomacales, pero lo cierto es que lo hacía con mucha frecuencia, solo o acompañado.

Kant salía a dar su paseo reglamentario de una hora, todos los días, después del almuerzo, que era su única comida del día, imprescindible para mantener el cuerpo como para ordenar y aclarar sus ideas, además de mantener el buen ánimo. Dice la leyenda que tal era su puntualidad con esta rutina que las amas de casa del barrio calibraban sus relojes al verlo pasar (Solé, 2015, p.38), y que la ruta que seguía era exactamente la misma, a tal punto que se le llamaba “The Philosopher’s Walk” (Parrish, 2021).

Nietzche encontraba inspiración mental paseando durante horas por los lagos y bosques cercanos a una aldea suiza llamada Sils-Maria, encontrando la claridad que los cielos y el aire puro proporcionan, quedando motivado a perseguir obsesivamente el resto de su vida este estado de plenitud física, intelectual y espiritual (Llacer, 2015, p.34). De hecho se dice que cuando escribía su libro El Caminante y su Sombra, secuela del más conocido Humano, Demasiado Humano, caminaba solo por 8 horas diarias, tiempo durante el cual compuso casi la totalidad del libro (Parrish, 2021).

Thoreau, otro filósofo caminante, prefería hacerlo solo, aunque sabía que en realidad nunca estamos solos (Parrish, 2021):

I have a great deal of company in the house, especially in the morning when nobody calls.

Thoreau

Darwin tenía sus momentos más lúcidos cuando caminaba por una ruta en forma de “d” al costado de su casa, a la cual le llamaba “Sandwalk” (Desilva, 2021):

Darwin’s Sandwalk

Rosseau decía que hay algo en el caminar que estimula y aviva nuestros pensamientos. Para él, estando sentado era muy difícil pensar y por eso tenía que mover el cuerpo para que su mente empezara a andar (Desilva, 2021).

Existen amplias referencias sobre los hábitos de caminar de Dickens, Beethoven, Virginia Woolf y recientemente Steve Jobs, de manera que ni hay dudas de la fuerte relación con el proceso creativo. Por supuesto no es que sea un requisito, pues existen también muchos otros pensadores ilustres para los que no se sabe que caminar haya sido importante. Pero si a tantos les ha funcionado tan bien, solo por eso, ¿valdría la pena probar, no?

La ciencia

Según Jabr (2014), efectivamente cuando caminamos el corazón bombea más sangre, haciendo llegar más oxígeno a todos los órganos, incluyendo por supuesto al cerebro. Además, caminar regularmente promueve nuevas conexiones neuronales, reduce el deterioro natural de los tejidos cerebrales, incrementa el volumen del hipocampo (clave para la memoria) y eleva los niveles de moléculas que estimulan el crecimiento de neuronas y las conexiones entre ellas. Por otro lado, al parecer existe un vínculo muy curioso entre el paso o ritmo al cual caminamos y el funcionamiento de nuestro cerebro, como si se sincronizaran, algo que no es tan fácil lograr cuando hacemos ejercicios más intensos, salvo que estemos buscando pensamientos más bruscos.

Existen experimentos que demuestran que al caminar se incrementan las capacidades creativas, pero se disminuyen las capacidades de concentración.

Caminar parece tener relación también con la habilidad para escribir: es como si caminar ayudara a organizar el mundo físico alrededor de nosotros, mientras que escribir ayudara a organizar nuestros pensamientos.

Por el lado del la escritura a mano, Anderberg (2021) nos explica que cuando escribimos de esta forma estamos coordinando nuestra mente y mano de manera más profunda, pues estamos obligados a ser más concisos y a pensar un poco más para reducir errores. Caso contrario ocurre cuando digitamos en algún dispositivo: la información simplemente sale de nuestro cerebro, pero no necesariamente queda grabada. Escribir a mano es en términos simples aprender a lidiar con más restricciones.

Existe incluso un debate respecto al tipo de escritura manual más beneficiosa: con letra cursiva o letra de imprenta. Muy aparte de la facilidad para aprender o practicidad de una u otra técnica, se sabe que escribir on letra cursiva es más natural, lo cual tal vez contribuya a ese flujo de pensamientos que podemos estar buscando al ponerla en práctica.

Todo lo anterior va en el mismo sentido que la hipótesis que plantéabamos cuando intentábamos deducir la relación que ahora sería apropiado denominar pies – cerebro – manos.

¿Cómo empezar?

Si tienes en la cabeza un problema personal o profesional del que eres consciente que no has tenido tiempo de pensar y que no requiera solución urgente, agéndate un espacio en la semana para “sacarlo a pasear”. Media hora puede ser suficiente para empezar, evidentemente sin audífonos, el celular en silencio y de preferencia por una ruta cercana a tu casa, conocida y tranquila.

Emplea los primeros minutos para respirar, liberar la mente de otros pensamientos y marcar tu paso. A continuación tómate lo necesario para definir el problema: ¿qué me molesta de la situación? ¿por qué debo resolverlo? ¿qué pasaría si lo logro? Luego intenta profundizar un poco más para llegar al origen (muchos “por qué” suelen ser la mejor fórmula), no vaya a ser que te hayas llevado a caminar a los síntomas y no a la causa raíz. Recién entonces, con lo anterior claro y almacenado en tu memoria (repásalo un par de veces para estar seguro), empieza a buscar alternativas de solución, para lo cual puede ser muy útil comparar la situación con otras que hayas vivido, escuchado o leído. Es muy probable que se trate de algo que no tenga relación con tu experiencia o conocimiento, lo que implica que será necesaria una investigación para dotarte de ideas que te ayuden con la solución, quedando tarea para otro paseo.

Apenas regreses a tu casa u oficina toma nota, idealmente escribiendo a mano, sobre los avances que hayas logrado con la definición del problema y bosquejo de solución, y de lo que te falta investigar para elaborar algo más sólido. Si sientes que hay que desarrollar un poco más lo que has pensado hasta el momento, redacta oraciones que te cuenten a ti mismo lo que hasta ahora sabes; si crees tener claro lo que has concebido, será suficiente con anotar palabras, frases o esquemas, básicamente para ayudarte a recordar.

Repite el ciclo caminar – pensar – escribir, intentando retomar el problema donde lo dejaste al inicio de la caminata, pero previa recapitulación. Puedes variar las rutas si consideras que necesitas más ideas nuevas e intercarlar con otros momentos de investigación si sigues sintiendo que te falta información.

No todos los problemas merecen toda esta dedicación. La mayoría se puede resolver casi de inmediato con una rápida reflexión apenas los tienes al frente, pero para los que sí, la inversión en tiempo estará más que justificada si encuentras una buena solución.

Habrán algunos problemas que no logres resolver satisfactoriamente con el método propuesto, pero es muy probable que al menos encuentres la mejor solución que estabas en capacidad de formular, lo cual ya es bastante.

¿Cómo hacerlo mejor?

Las siguientes recomendaciones están basadas en mi experiencia personal (n=1), algo de investigación y mucho de intuición, pero creo que pueden ser muy útiles para potenciar los beneficios de caminar y escribir a mano:

  • Empieza empleando rutinas de caminar para despejar la mente e intentar enfocarte en un solo tema. Es luego de aprender a concentrarse que se puede intentar trabajar en la resolución de problemas y más adelante en la generación de ideas.
  • Parece existir una fuerte correlación entre el ritmo y el tipo de pensamiento. A paso lento es más fácil enfocarse, mientras que a paso rápido suelen incrementarse las capacidades creativas, a tal punto que puedes llegar a llenarte de ideas que ni siquiera estabas buscando (pero varias de ellas muy útiles). Mejor indicador que el paso puede ser tu ritmo cardiaco, pero ten claro que a partir de determinado punto el esfuerzo mental es tal que solo puedes enfocarte en una cosa: seguir respirando.
Enfoque y Creatividad vs Ritmo Cardiaco
  • Una vez acostumbrado a calibrar los ritmos, los beneficios de caminar los puedes conseguir también con otras actividades que te resulten casi tan automáticas como nadar en aguas abiertas o manejar bicicleta por un camino de fácil recorrido.
  • Caminar con otras personas puede ser útil para resolver problemas en conjunto. Evidentemente no es logísticamente viable si son muchas. Para problemas solo tuyos lo lógico será que camines solo, y para grupales puede funcionar muy bien la caminata en soledad y luego la grupal.
  • Para incentivar la creatividad nada mejor que cambiar de rutas, incluyendo desconocidas de ser posible y mejor si es en contacto con la naturaleza, siempre tomando precauciones para que la ubicación y el peligro no sean distracciones.
  • Dada la poca costumbre que tenemos actualmente para escribir a mano, sugiero que empieces por tomar nota de tus ideas solo con palabras, frases o esquemas, lo cual ya es bastante útil. Luego de acostumbrado a escribir notas manuales es que tiene sentido volver a escribir ideas completas, artículos o incluso ensayos completamente a mano, por supuesto que cuando sientas que vale la pena el esfuerzo.
  • Cuando se trata de componer un texto pueden funcionar muy bien preparar un esquema escribiendo a mano, junto con algunas palabras clave o ideas que formarán la base de tu escrito. Luego suele ser más práctica la redacción completa digitando en una computadora con procesador de textos, pero creo que dejar que el software prediga o complete la siguiente palabra es como dejar que alguien te interrumpa cuando hablas para completarte una frase.

Conclusión

Creo que todo se puede reducir a movimiento, pero no solo moverse, sino al ritmo (caminar) y manera (escribir a mano) adecuados. Es indiscutible la relación que tiene nuestro cuerpo con nuestro cerebro [2]¿Como si el cerebro no fuera parte del cuerpo, no? Pero creo que se entiende la idea., pero de toda esa enorme conexión me parece muy importante resaltar este lazo extremadamente útil pero no tan explotado, entre mover el cuerpo o alguna parte del cuerpo y ser más creativo y capaz de aprender.

El ciclo caminar-pensar-escribir puede ser realmente potente, pero la verdad es que no servirá de nada sin este último paso: llevar a cabo eso que ideaste. Es solo a partir de hacer algo que puedes comprobar si realmente funciona, guardándolo para siempre en tu memoria; y sino, darte cuenta que debes continuar trabajando en el proceso de aprendizaje necesario.

Luego, el ciclo completo es: caminar-pensar-escribir-hacer.


Referencias:

Notas

Notas
1 Justo respecto al aprendizaje vía la lectura, me parece preciso citar la regla Read -Think - Write propuesta por Jordan Peterson, según la cual uno debe leer un capítulo o ensayo, pensar al respecto (¿por qué concuerdo o no?, ¿hay otra forma de ver las cosas? ¿cómo lo explicaría yo?) y luego recién tomar nota de lo que ahora sería un pensamiento propio. Más de la idea aquí.
2 ¿Como si el cerebro no fuera parte del cuerpo, no? Pero creo que se entiende la idea.