Al menos el 50% de la capacidad del cerebro se emplea para procesar estímulos visuales: solo 10% se usa para detectarlos, mientras que el resto se dedica a interpretarlos. Cuando una persona pierde la visión, usualmente reconfigura su cerebro para aprovechar esta capacidad en el desarrollo de otros sentidos, lo que quiere decir que es posible.

De hecho estamos acostumbrados a entender el mundo básicamente a partir de lo que vemos. Es cierto que también le damos sentido a la realidad en base a lo que viene por los otros sentidos, pero la vista, sin duda, es determinante, al menos por defecto.

Siendo así, pensaba:

  1. Si la vista influye enormemente en cómo entendemos el mundo, ¿no debería importarnos cuidar lo que vemos?
  2. Si sabemos que el mundo es mucho más que lo que vemos, ¿no deberíamos intentar desarrollar un poco más nuestros otros sentidos?

Ver cualquier estupidez en una televisión, hábito más que desarrollado actualmente, es justamente un ejemplo de cómo podemos ser esclavos de nuestras capacidades naturales. Ese contenido usa esta enorme capacidad del cerebro para dejar en él información sin ningún valor, bloqueando mientras tanto otras de nuestras enormes facultades.

Por otro lado, creo que la mayoría debe haber experimentado la sensación de paz que puede proveernos un hermoso paisaje, y tal vez algunos la explosión de creatividad derivada de observar por un buen rato la naturaleza.

Y por un lado adicional, por más bello que sea el contenido visual que estemos procesando, está el costo de oportunidad de no percibir por otros canales.

Cuando tienes un presupuesto limitado, que es lo normal, una decisión inteligente es comprar lo mejor que puedes con una parte de él para cubrir tu necesidad principal y utilizar el resto para cubrir tus demás necesidades. Claro, también puedes usar todo tu dinero para comprar cualquier tontería o comprarte un buen juguete y no comer.

Tú decides.


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