Con frecuencia nos quejamos de no tener suficiente tiempo libre. Después de trabajar y atender necesidades básicas llega la noche y usualmente no pudimos tener ese tiempo para nosotros.

Una solución obvia, pero no sencilla de poner en práctica, es incluir en nuestras agendas espacios para nosotros.

Sin embargo, puede que el verdadero problema no sea cómo conseguir más tiempo libre sino por qué (o para qué) necesitamos tiempo libre (otra vez, el por qué le gana al cómo).

Normalmente entendemos “tiempo libre” como un periodo para hacer lo que queramos. Es decir, un momento en el cual realmente tengamos libertad para decidir qué hacer.  Pero si se trata de algo importante, ¿no sería más lógico tener claro qué hacer antes de tener tiempo para ello?

Definir qué hacer con nuestro tiempo por adelantado tiene mucho más sentido: nos permite priorizar, emplear ese tiempo en ejecutar en vez de recién cuestionarse, pero sobretodo, porque es lo que realmente motiva.

“Quisiera tener dos horas completamente para mí” vs “voy a hacer dos horas de ejercicio” tienen efectos muy distintos. En el segundo tengo una motivación clara para conseguir el tiempo necesario y aprovecharlo al máximo.

Por supuesto que esto requiere disciplina. De hecho, disciplina es libertad. Solo cuidando tus tiempos para cada actividad, las que tú decides por completo y las que no, es que puedes realmente generar el tiempo para las primeras.

Tener tiempo libre es en realidad señal de mala planificación, indecisión o poca motivación.

No necesitas tiempo libre. Necesitas tiempo para lo que importa. De hecho, ni siquiera necesitas tiempo, sino solo usarlo adecuadamente.