Regla: La edad en la que se le considera a una persona como adulta es 18 años (en varios países). Principio: la edad en la podríamos llamar a alguien adulto es aquella en la que esta se puede valer por sí misma para subsistir y se puede hacer responsable por sus actos.

Regla: Lo mínimo que se debe pagar a una persona por un trabajo es el salario mínimo de ley. Principio: Lo mínimo que uno debe pagar es aquello que compensa el esfuerzo, valor producido o riesgo del trabajo asociado.

Regla: La velocidad máxima a la que uno puede conducir en una carretera en 100 km/h. Principio: La velocidad máxima a la que uno debería conducir es aquella a la que puede hacerlo bien, sin poner en riesgo a otros conductores o peatones.

Regla: Todo colaborador en esta empresa debe recibir una retroalimentación una vez al año. Principio: La retroalimentación debe ser constante, las evaluaciones son periódicas.

Regla: Todo ciudadano mayor de edad está obligado a votar en varios países. Principio: Todo ciudadano que se considera responsable y a quien le importa su sociedad, debería asistir a votar.

Estamos rodeados de reglas, muchas de ellas indiscutiblemente necesarias. Difícilmente son perfectas, en la medida que no pueden tomar en cuenta el 100% de las situaciones o de formas de pensar, pero una buena parte de las veces ayudan a resolver problemas eficientemente.

Pero si crees que respetar las reglas es suficiente, te presento a los principios, otra rama de la familia, bastante más abierta de mente y reflexivo de pensamiento. Úsalos, cámbialos o mejor todavía: créalos.


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