La mayoría no le prestamos la necesaria atención a la atención. Sabemos en qué consiste y la hemos experimentado, pero tal vez la mejor forma de entenderla y valorarla sea con ayuda de su mejor enemigo: la interrupción.

Estás corriendo de forma descendente sobre una montaña. A medida que vas avanzando sientes que el peso de tu cuerpo hace que casi no necesites esfuerzo para seguir descendiendo. De pronto encuentras una piedra gigante que bloquea el camino, te detienes y trepas sobre ella para seguir avanzando. Reinicias la marcha, sabiendo que tomará un tiempo que consigas la misma velocidad que hace poco.

Te lanzas a la piscina para mejorar tu marca en los 25 metros libre. Sientes que caes muy bien sobre el agua, lo cual te motiva a poner todo tu esfuerzo en las brazadas y pateo porque sabes que ahora sí puedes bajar tu tiempo. De pronto alguien que no te vio se cruza por tu carril y al darte cuenta bajas ligeramente la velocidad para pensar cómo esquivarlo, llegando al otro extremo en el mismo tiempo de siempre.

Ves que un compañero de equipo recibe cómodamente el balón y que la distancia entre el último defensa (a tu costado) y el arquero del otro equipo es suficiente para intentar recibir un pase de gol. Le haces una seña leve al mediocampista, sales corriendo en el mismo instante que él lanzó la pelota, y cuando estás casi en la posición perfecta para patear el defensa te empuja para evitar tu anotación.

En todos los casos anteriores es evidente cómo alguna interrupción tiene impactos perjudiciales en tu desempeño o en el resultado. Ocurre exactamente lo mismo cuando interrumpimos la mente, sólo que nos es más difícil darnos cuenta.

Ya sea una interrupción inevitable, accidental o provocada, al igual que nuestro cuerpo, la mente va a perder la capacidad de llegar más al fondo, ir más rápido o anotar. La gran diferencia es que una buena parte de las interrupciones a la mente son evitables, sean externas o internas.

Ahora que ya conoces el costo de una interrupción, por favor regresa a lo más importante que tenías que hacer hoy, no vaya a ser que pierdas la oportunidad de llegar al fondo del asunto, batir tu marca personal o meter ese gran gol.


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