Planteábamos antes que mucha de la conveniencia de la que gozamos hoy puede que ya sea inconveniente. Ahora planteamos que alguna inconveniencia sea más bien conveniente.

Levantar unos kilos más de lo normal, hablar un idioma que recién estás aprendiendo o concentrarte por unos minutos al meditar, es en principio, inconveniente, en el sentido de que cuesta bastante. Sentirás dolor, frustración o hasta desesperación. Pero sabemos que estés eustress, el estrés positivo temporal, es a la larga beneficioso y en realidad la mejor manera de llegar a la cima (por eso tenemos escaleras en lugar de rampas de plano inclinado).

Esto no solo parece funcionar para el crecimiento de uno mismo sino también para el desarrollo de la sociedad. La primera vez que alguien dice o hace algo en contra de lo convencional, no suele ser conveniente ni para la persona ni para los demás, pero cuando se tiene la valentía y la convicción de que vale la pena, esa persona genera el movimiento que nos lleva a una nueva convención.

“Convención” y “conveniencia” por algo suenan parecidos: lo aceptado por la mayoría suele ser lo más cómodo y ess “mejor” solo en el sentido de que nadie te hará problemas por ello. Lo “conveniente“, aunque también suena por ahí, es “mejor” en todos los demás sentidos.

Suena raro pero al parecer es la inconveniencia recurrente, en lugar de la conveniencia constante, lo que es realmente conveniente.


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