Obtener un dato es distinto que estar informado, que a su vez no es lo mismo que conocer un tópico y más lejos aún de dominarlo. Cada una de estas instancias es un nuevo nivel al que si nos esforzamos (y nos importa) podemos ir avanzando.

Para cuando te importa, en vez de verlos como niveles, los puedes ver como etapas: una es necesaria para llegar a la otra y cada una toma su respectivo tiempo.

Por ejemplo, casi todo el mundo ha escuchado sobre la desgracia que sufren algunas personas en el mundo, algunos se preocupan por conocer más detalles, unos pocos por entender las reales causas y finalmente uno que otro por hacer algo al respecto. Lo que nos mueve de una etapa a la otra no es la capacidad, que la mayoría tiene, sino el interés.

Conocer, saber, entender y aplicar pueden ser etiquetas útiles para describir estas etapas:

• Para conocer casi no tenemos que esforzarnos. Es más, hoy más bien nos tendríamos que esforzar por no conocer sobre tanto.

• Para saber hay que prestar atención al contexto, que sí es un esfuerzo adicional. Si realmente sabes, ya puedes definir tu grado de interés.

• Para entender hay que pensar y así encontrar las conexiones internas con otras ideas que ya están instaladas dentro de uno. Cuando entiendes, el porqué ya está claro y te va a sostener.

• Para aplicar solo falta encontrar la oportunidad, pero si ya entiendes debes tener motivación suficiente para encontrarla.

En relación a lo anterior pensaba que el proceso digestivo también puede ocurrir en nuestro cerebro: puedes ingerir información, parte de la cual puedes digerir, algo menos absorber y un poco utilizar. Todo alimento o idea tiene energía potencial, pero es tu proceso “digestivo” el que define qué se transforma en energía.

La única pero importante diferencia es que si bien en ambos procesos digestivos podemos decidir el input, es con las ideas con las que tenemos control del proceso. Ayudan la preparación y la práctica, pero sobretodo, decidir.


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