Eres el mejor decisor que puedes ser. Tomas las mejores decisiones que te son posibles.

Tomamos decisiones en base a la información que tenemos (input) y nuestra capacidad para procesarla (proceso).

Siempre tenemos información disponible. Puede ser muy poca, muy tardía o muy inexacta, pero siempre tenemos algo. Incluso no saber de algún tema es tener información al respecto (sabes que no sabes). Puedes usar lo que tienes en la memoria o hacer el esfuerzo por buscar en otras fuentes, pero vas por un lado u otro dependiendo del tiempo del que dispones y la importancia de la decisión (tiempo e importancia son también información, evidentemente).

Siempre tenemos alguna forma de procesar la información. Puede ser ilógica, puede estar sesgada o puede ser incompleta, pero no hay duda que procesamos. Esta capacidad depende de los modelos que tenemos en la cabeza, que no sólo se forman a partir de información previa, sino que son una forma de información justamente. Pero también depende de cómo usemos los modelos (cuándo, cuál), sean conscientes o inconscientes (nuevamente la intuición).

Cuando con la información de la que disponemos y nuestras capacidades de procesamiento tomamos alguna decisión, obtenemos resultados. La interpretación de estos resultados es una forma más de información, que retroalimentará al input y al proceso.

Piensa en un problema matemático. Para resolverlo necesitas datos y fórmulas (input), pero también debes saber cómo ensamblar esos datos y fórmulas para obtener un resultado (proceso). Si no logras encontrar el mejor resultado es porque tienes problemas con los inputs o con el proceso.

Eres el mejor decisión que puedes ser hoy. Para ser mejor decisor mañana, necesitas mejores datos (ojo, “mejores”, no “más”), mejores fórmulas (modelos) y desarrollar tu capacidad para aprender a combinar todo esto (pensar le llaman).


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