– Imagina que ya no estás vivo, pero que sigues aquí presente, sólo que ya no puedes pensar, ni sentir, ni juzgar. Nada es rojo ni verde, nada es bueno ni malo, nada es lejos o cerca, nada es pasado o futuro – me dijo -. No es todo a la vez, como el Aleph, sino una sola cosa todo el tiempo – amplió -.

– Difícil imaginarme algo así. Explícame más – le pedí -.

– Uno de tus hermanos está sufriendo por alguna situación desafortunada, pero tú solo puedes observar, no intervenir – ejemplificó -.

– Me sería enormemente doloroso.

– No has entendido. No puedes sentir, solo percibir. “Ves” que los hechos ocurren y las cosas son, pero nada es bueno ni malo.

– Entonces, ¿cómo interpretaría lo de mi hermano?.

– No puedes hacerlo pero tampoco tendrás necesidad de ello. Ah, y evidentemente no puedes expresarlo. No hay lenguaje que pueda salir de la boca que ya no tienes, pero tampoco ideas que circular en tu mente que ya no existe.

– Qué impotencia. No sé si podría.

– Es que no se trata de que puedas. Es que es así. Créeme que no te molestará, porque no puedes sentir.

– Entonces para qué existir.

– Es que ya no existes, al menos no en el sentido que te enseñaron o creías que sabías. Existes en el mismo sentido que un lápiz o una mesa: no tienes capacidad de interactuar con el medio ambiente, con otros objetos o con individuos. Luego, ya no importa tu forma, si la tuvieras, porque no la entiendes, pero sobretodo, nada es más importante que otra cosa, porque nada importa.

– No creo entender todavía de lo que me estás hablando.

– Ese es el problema con ustedes, que nunca entienden. Te estoy hablando de la consciencia, lo único que realmente existe debajo de las infinitas capas que han construido encima y que ya no pueden destapar.

– ¿Y hay algo que podamos hacer todavía?

– Pueden intentar redescubrirla, pero para eso primero deben entender que es lo único que realmente existe. Y es única, por eso no dije “tú” consciencia, sino “la” consciencia.

– Pero para esto debemos morir entonces! – enfaticé -.

– Es que no hay vida ni muerte para la consciencia. Morir o vivir son sólo estados que implican la existencia del tiempo, concepción exclusivamente humana. La única diferencia es que si entiendes esto estando vivo, entonces lo podrías contar – concluyó -.

Eso fue lo que me dijo. Como no podía hablarme, ni siquiera estoy seguro de si estoy transmitiendo correctamente el mensaje, que seguramente, tampoco no existe, en la medida que el lenguaje no presupone existencia. Pero es lo mejor que hasta ahora he podido lograr al intentar explicar y sentí la obligación de contarlo.


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