Durante años viví peleado con el sueño, y siempre me ganaba. Estaba casi todo el tiempo cansado y dependía de la cafeína para quitarme el adormecimiento. Priorizaba otras cosas que según yo me iban a dar la energía suficiente, como el ejercicio o la comida, hasta que leí este libro.

Como siempre, el por qué le gana al cómo, así cuando entendí por qué el ser humano debe dormir, empecé a trabajar para mejorar mis hábitos. Hoy el sueño es una de mis prioridades, aunque me falta un poco todavía.

La melatonina, generada a partir de la exposición al sol, es importante pero no porque influya en la generación de sueño, sino porque regula el instante para iniciarlo. La adenosina, por su parte, es la que genera las ganas cada vez mayores de dormir en la medida que estemos más tiempo despiertos. La cafeína, lo único que hace, es bloquear los receptores del cerebro para que no reciban las señales de la adenosina, dándonos la sensación de alerta, lo que no significa que el cuerpo no necesite descansar ni pueda operar con todas sus facultades. Peor aún, la cafeína tiene una vida media en el cuerpo de 7 horas, que quiere decir que pasado este tiempo solo hemos eliminado la mitad (por eso me estreso cuando veo que alguien se toma un café a las 10pm).


La gran discusión sobre a cuántas horas dormir, que de hecho dependen de cada persona, se resuelve con dos preguntas: ¿Luego de levantarte en la mañana puedes volver a dormir a las 10 u 11am? ¿Solo puedes funcionar normalmente en las mañanas consumiendo cafeína? Si las respuestas son positivas, no estás durmiendo lo suficiente.


Respecto a las etapas del sueño, debemos saber al menos que en No REM, que predomina al inicio del sueño, el cerebro elimina las conexiones neurológicas innecesarias (limpieza de temporales), mientras que cuando estamos en REM, soñamos y el cerebro fortalece las conexiones neuronales que sí son útiles. Cuando estamos despiertos básicamente recibimos información, durante el No REM reflexionamos sobre ella (clasificamos para decidir qué sirve) y en REM la integramos (interconectamos con todo lo anterior para consolidar nuestros modelos mentales).


Fue justo por el sueño que los seres humanos pudimos desarrollar gran parte de nuestro cerebro. Cuando dormimos, no solo descansamos, sino que nuestro cerebro continúa trabajando, pero esta vez consolidando información (memoria) y procesando parte de lo que no pudimos hacer durante el día, de manera inconsciente. Es por eso que al día siguiente recordamos más y podemos aplicar lo aprendido. Es más, el cerebro durante el sueño tiene la funcionalidad de simular experiencias, que son justamente las que consolidarán el aprendizaje y nos permitirán tomar mejores decisiones.


El sueño insuficiente en realidad no generar mal humor, sino más bien la fluctuación violenta entre estados de ánimo positivos y negativos, lo cual evidentemente tampoco es bueno. Además, en lo que respecta a la memoria, el sueño no es una cuenta corriente: no puedes acumular deuda para luego pagarla (o viceversa). Y ni qué decir de la relación directa entre falta de sueño y enfermedades neuro degenerativas como el Alzheimer o su influencia en la diabetes, la obesidad, problemas reproductivos, cáncer y en general pérdida de inmunidad.


Para incrementar creatividad, predisponer el cerebro al aprendizaje y luego a consolidarlo, resolver problemas y conflictos (de aquí el “dormir un problema), nada como el sueño.


El consumo de cafeína y alcohol, la exposición a luz blanca (pantallas), la regulación de temperatura, la ingesta de algunos fármacos y los horarios extendidos de actividad, todas costumbres modernas, han hecho que cada vez durmamos menos o durmamos mal, sin darnos cuenta que ello implica justamente producir menos.


Para vivir más y mejor, hay que dormir más. El sueño no solo es parte del triángulo de salud compuesto también por la comida y el ejercicio; en realidad es la base que sostiene a los otros dos elementos.


Dormir mejor no solo repone energías, sino que es un analgésico natural, mejora nuestro humor y desarrolla nuestras capacidades mentales.

¿Qué aprendí de nuevo?

Que dormir es una de las funciones más complejas pero a la vez importantes del cuerpo humano, siendo a su vez la base de las otros dos aspectos que debemos cuidar: alimentación y ejercicio.

¿Con qué no estoy de acuerdo?

Hace mucho tiempo no estaba de acuerdo con tener que dormir más horas de las que podía, a pesar de las exigencias de mi cuerpo. Sentía que el sueño me quitaba horas para vivir. Hoy tengo claro que es todo lo contrario.

Con lo único con lo que no podría estar de acuerdo es en cómo nuestra sociedad no valora el sueño.

¿Qué ha cambiado en mi luego de leerlo?

Ahora dormir es una de mis prioridades. No solo intento darme el tiempo necesario sino que busco cumplir todas las otras condiciones para un buen descanso, y estoy decidido en ayudar a transmitir esto a cada vez más personas. Es de las cambios más fáciles que podemos implementar y que tendrá mejores resultados en nuestra salud física y mental.