Obviamente no soy el único. Y los míos no son iguales a los tuyos.

Existen los problemas potenciales, esos que sabes que están a punto de volverse realidad y también, evidentemente, los reales, esos que ya los tienes al frente.

Existen los problemas complejos, esos que sabes que no serán fáciles de resolver, así como los problemas simples, pero que son simples para ti que ya sabes cómo afrontarlos.

Existen los problemas con gran impacto, esos que si no resuelves pueden costar muy caro, como también los problemas menores que casi no harán daño.

Existen tus problemas, pero también los problemas de otros.

Existen problemas que tú mismo has generado y otros que ya estaban ahí.

Existen los problemas predecibles, que sabes más o menos cuándo y cómo van a ocurrir, pero por supuesto también los impredecibles, de esos que vas a tener hoy o mañana sin que se te hubieran ocurrido.

No depende de ti la ocurrencia de ninguno de estos problemas, pero sí está en tus manos qué decides hacer con ellos:

  • Enfrenta los problemas adecuados. No vas a poder atender a todos, ni resolver adecuadamente los elegidos, pero enfocarse mejorará los resultados.
  • Realidad, impacto y predictibilidad son criterios que te pueden servir para elegir mejor. Complejidad, propiedad y creación propia no creo que lo sean.

Como no hay manera de saber con qué problemas habrá que enfrentarse, solo te queda vivir en constante preparación para aumentar tu capacidad para resolverlos: vivir experiencias propias o conocer las de otros, más una adecuada reflexión, hacen bastante.

Finalmente, que la vida esté llena de problemas no significa que sea solo eso. También está llena de soluciones y de la sensación que producen estas (felicidad, bienestar, fitness o como quieras). Siente los dos tipos de momentos, pero una sola cosa a la vez.

Todos tenemos problemas, pero esto no debería ser un problema. Prepárate para darles cara, enfréntalos y reflexiona sobre ellos.