Una de las habilidades blandas que creo buscamos en las personas es algo a lo que llamamos “sentido común”. Saber en qué tono comunicarse dependiendo del contexto, comprometerse a algo que uno tiene altas probabilidades de cumplir o no tomar riesgos innecesarios, son todos típicos ejemplos de sentido común.

Para referirnos a lo mismo podríamos hablar de inteligencia promedio o de aquello que se espera que una persona haga tras un proceso de razonamiento básico.

Sin embargo, si somos más literales, “sentido común” pide pensar como la mayoría, asumiendo implícitamente que por ser más tienen normalmente tiene la razón. Y tal vez sí, al menos una buena parte de las veces, sobretodo cuando se trata de situaciones triviales.

Pero el sentido común nos dice también que algunas veces necesitamos un “sentido distinto”. Si nos quedamos en “sentido común” no estamos descubriendo, ni siquiera arriesgando, sino sólo haciendo o pensando como todo el mundo.

Dicen que cuando se trata de personas el talento es como el piso y la actitud como el techo. Podríamos decir en un sentido parecido, que el “sentido común” es como el piso y el “sentido distinto” aquello que puede construir todo lo demás, si es que él cree que hay que construir algo.

¿Hace sentido?


Suscríbete y recibe más contenido como este: