“Estoy seguro que no cambiará”. “Es poco probable que cambie.”

“Esto funcionará de todas maneras.” “Ahora sí parece que puede funcionar.”

“A nadie le va a importar”. “Creo que a pocos les puede importar.”

Entre la confianza total y la duda absoluta puede existir una solución: la probabilidad. Son muy pocas las situaciones en las que uno puede estar completamente seguro de lo que ocurrirá, pero sí puede entender las probabilidades de ocurrencia.

Algunos dirán, con justicia, que pensar con probabilidades es ser tibio, o hasta cobarde. Los únicos valientes son los que están seguros de lo que dicen. Es posible, pero que algo sea posible no implica que sea lo mejor.

Por supuesto que nos gusta escuchar a alguien cien por ciento seguro de lo que dice y tal vez por eso queremos mostrarnos igual. Pero usualmente uno valora justamente lo que no tiene. Parecer no implica ser.

De lo único que podemos estar seguros es que es probable que algo ocurra o sea cierto. Hasta ahí puede llegar nuestra capacidad intelectual, justamente, porque no necesitamos más.

Por todo esto creo que el pensamiento probabilístico es una de las habilidades más importantes que debemos descubrir. El universo parece ser así. Luego, ¿a quién le serviría estar seguro un contexto probable?

Por supuesto que no puedo estar seguro de nada de lo que he dicho. Solo creo que es probable que así sea.


Suscríbete y recibe más contenido como este: