Un buen porqué suele ser suficiente para hacer que las cosas ocurran. Un buen porqué muchas veces define el cómo, o al menos te puede mantener sostenido sobre el “qué” previamente elegido.

Pero me vengo preguntando ¿qué es un buen porqué?.

Antes pensaba que era suficiente que el porqué sea conveniente para uno. Dejo de comer animales porque es más saludable, medito para desarrollar mi capacidad de concentración o ayudo a otras personas para sentirme bondadoso. No digo que todo esto sea necesariamente cierto, pero a veces nos alcanza si la historia que nos contamos nos convence.

Luego pensaba que era mejor aquel porqué que es conveniente también para otros. Dejo de comer animales porque así el planeta es más sostenible, medito para poder prestarle mejor atención a otros o ayudo a las personas porque lo necesitan.

Pero ahora vengo pensando que si bien cualquiera de los dos niveles anteriores de porqués podrían alcanzar para decidirme a ser vegano, meditar habitualmente y dedicarme a causas sociales, no son los correctos porqués.

Kant proponía que el valor moral de una acción no está en lo que nos hace sentir, sus consecuencias o su utilidad, sino en el deber intrínseco de la misma. Uno debería hacer algo porque es un deber, no por lo que se derive de esto.

Entonces, ahora pienso que debo ser vegano, meditar y ayudar porque es lo que corresponde; es la forma en que para mí debería ser el mundo. Querer hacer lo que uno debe es más potente aún (también se puede cumplir un deber sin quererlo), pero es relativamente sencillo querer cuando uno entiende el deber.

Cualquier porqué puede ser suficiente para cambiar y mantenernos ahí, pero no se tratar de cambiar, sino de hacer lo que es correcto, no para ti para ni para los demás, sino lo que realmente, en el fondo, es lo correcto.


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