A nadie le gustan, pero son tal vez la única forma de realmente aprender: problemas.

Dicen que las mejores formas de validar que uno ha aprendido sobre alguna idea o concepto es explicarlo con sus propias palabras o poner un ejemplo, no importa si es hipotético.

Es cierto que mejor evidencia aún del aprendizaje es tener la oportunidad de aplicarlo, pero no siempre es posible encontrarse en una situación real en donde uno emplee sus conocimientos, lo que no quiere decir que no haya aprendido. Aplicar aprendizaje no sólo refuerza el qué (conocimiento) y mejora el cómo (proceso), sino también el cuándo (oportunidad).

Pero hay formas de hackear lo anterior: simular escenarios de aplicación. Y tal vez el caso particular más simple de estas simulaciones y a la vez efectivo, sea crearse problemas, que se formulan con preguntas.

Acabo de aprender sobre algún concepto. Además de explicarlo con mis palabras y citar ejemplos, resuelvo algunos problemas que encontré en donde empleo el concepto. El nivel siguiente es responder a la pregunta: ¿qué problema(s) podría(n) existir que necesite(n) este nuevo conocimiento para resolverse?

Cuando encuentres una idea que puede resolver muchos o muy importantes problemas, habrás aprendido mucho más de la idea y te será fácil identificar para qué más te puede servir.

Te deseo de corazón que te llenes de problemas, pero de los que tú mismo te pones.


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