Hay algo muy curioso con el orden: es evidente que es beneficioso, pero no siempre lo aplicamos. Gran parte de nuestro tiempo es invertido en actividades que duran más de lo necesario solamente porque no quisimos ordenar algo previamente.

Es cierto existen personas más ordenadas que otras, seguramente por rasgos de personalidad, y también existen los trastornos obsesivos compulsivos hacia el orden [1]Ataxofobia: Fobia al desorden.

Pero la realidad indica que todos tenemos aspectos de nuestra vida en los que somos ordenados y otros en los que no.

Claramente no le pasa a todo el mundo, pero cuando veo que alguien guarda un archivo con el nombre “archivo.xls” y luego me pide que se lo reenvíe porque no lo encuentra, la verdad es que me estreso un poco. No es tanto la falta de precisión, sino el desorden que me imagino puede haber detrás de todo eso y la enorme pérdida de tiempos que termina generando a todo el sistema. Por otro lado, en otro ámbito, si bien tengo la ropa siempre en cajones, no me preocupa no tenerla perfectamente organizada.

Consciente de que hay aspectos de mi vida en los que debo poner más orden, me propuse escribir este artículo, para convencerme a mí mismo de que vale la pena ser ordenado, no solo en los ámbitos que me importan, sino en muchos más en donde el beneficio es evidente. Después de todo, poner las ideas en orden, es una de las mejores formas de empezar.

El Orden

Pudiendo tener varios sentidos y además formas de definirse en cada uno, desarrollaré en base a estas dos:

  • <<Organización y disposición de elementos de un conjunto, en función a una determinada norma>> (Larousse, 2016, p. 742).
  • <<Condición de arreglo metódico o prescrito entre componentes de manera que se consigue funcionamiento o apariencia adecuados>> (The Free Dictionary).

La primera definición toma como base la existencia de alguna norma, que creo podríamos entender como creada o natural; la segunda va más allá y refiere a un orden como aquel que genera beneficios.

Con orden creado me refiero a algún sistema de organización que los seres humanos hemos concebido: los países, la contabilidad y el abecedario son sistemas de orden con distinto nivel de complejidad creados por nosotros. Evidentemente, todas estas creaciones buscan producir progreso: mejor convivencia, mejor entendimiento de la realidad de un negocio, mejor comunicación. Es así que el orden creado busca cumplir objetivos.

Orden natural sería aquel en donde no existe la intervención humana, salvo para intentar detectarlo o percibirlo. De hecho, la ciencia intenta descubrir este orden natural a partir de leyes existentes, buscándoles aplicación, aunque no necesariamente significado (Arsuaga, 2019).

El mismo Arsuaga (2019, p.39) dice: <<el ADN es verdad, es parte de la realidad del mundo material (está dentro de nuestras propias células), y la ciencia de la biología no tenía más remedio que descubrirlo, mientras que las sinfonías de Beethoven no estaban ahí, y no era cuestión de descubrirlas , sino de inventarlas>>. El ADN es parte del orden natural, mientras que la música es un orden creado.

Dentro del orden natural, tenemos el orden percibido (lo que descubre la ciencia) y el no percibido (lo que todavía no entendemos pero está ahí). Y dentro del orden percibido, está el orden que tiene aplicación (utilitario) y al que no se la hemos encontrado… todavía.

Los Beneficios del Orden

Tanto el orden creado como el orden natural percibido utilitario, buscan algo en común: beneficios.

Cuando organizamos nuestra biblioteca por temas, buscamos que nos sea más fácil encontrar los libros. Exactamente lo mismo queremos lograr cuando organizamos nuestros archivos digitales en carpetas y sub carpetas. Ahorrar tiempo y evitar el estrés de la próxima búsqueda son claros beneficios en estos ejemplos.

Cuando inició el proceso de descubrimiento del ADN, como ocurre muchas veces en la ciencia, no se estaba buscando precisamente eso. Luego de varios años se terminó de entender su estructura, que ahora sí era lo que se estaba buscando, pues conociéndola se podía pensar en modificarla [2]No fue alguien en específico que descubrió el ADN, sino que fue un proceso que duró de 1869 a 1953, cuando se descubre la famosa doble hélice (Ancestry) . Curar enfermedades o mejorar aspectos del organismo son beneficios que se han venido persiguiendo al modificar la estructura del ADN.

Los beneficios, por supuesto, no valen igual para todo el mundo, pero siempre tienen algún valor. Lo complicado es cuantificarlo, pero para tomar decisiones no siempre necesitamos cifras de por medio. Luego, basta poder comparar el valor de los beneficios con el costo del orden.

Valorización del Orden

Así como una determinada inversión generará un rendimiento proporcional al tamaño de lo invertido y a la tasa de retorno, el orden podrá generar beneficios (bi) proporcionales al tamaño del esfuerzo (C), de crearlo o descubrirlo, con un beneficio total (B):

Importante destacar la variabilidad de los beneficios bi , que dependen de la magnitud del problema (descifrar el mapa de la vía láctea vs organizar mi agenda de contactos) pero también del valor percibido por cada sujeto (crear un playlist para alguien que se motiva escuchando sus canciones favoritas vs para alguien que prefiere descubrir cosas nuevas).

Es así que actualizar todas mis clave utilizando un administrador de contraseñas tendrá un costo C (tiempo de configuración más el costo del app), pero cada vez que ingrese a una web o aplicación obtendré un beneficio puntual bi con dos características: puede ocurrir más de una vez (o muchas) y las ocurrencias son en distintos momentos. Es decir:

Pero cuando estamos ante una situación de descubrimiento de algún orden natural (pueden ocurrir ningún o muchos beneficios, en tiempos menos constantes y con valores muy variables), en realidad tendríamos algo así:

Luego, basta con validar que la suma de todos los beneficios puntuales [3]Podríamos hablar de beneficios netos puntuales en la medida que puede que en cada instante se produzca un beneficio pero también un costo menor: tengo que apretar un botón para que el … Continue reading sean mayores al costo inicial (B>C) para saber que se trata de una situación en la que se justifica crear el orden. Los cálculos son más complejos en el escenario del orden natural percibido, en donde cada bi en realidad tiene una probabilidad de ocurrencia.

El modelo empleado para graficar esto es el de un flujo de caja, justamente para sugerir un elemento más en el análisis, no menos importante: la tasa de descuento (t).

Imaginemos que actualizar todas mis contraseñas es un trabajo que me tomará 10 horas (C) y que en el futuro me ahorrará 20 horas (B). A simple vista tiene sentido invertir las 10 horas, pero la realidad es que mis 10 horas de hoy pueden valer mucho más que las 20 horas del futuro o simplemente me es difícil concebir las 20 horas del futuro, pero muy fácil entender qué implica dedicar 10 horas de mi tiempo hoy a este proyecto.

En el otro espectro, imaginemos que descubrir la cura del cáncer cuesta US$ 3.5 billones, y aun cuando nadie puede asegurar que eso ocurrirá ni cuándo sería, de producirse, podría salvar la vida de 10 millones de personas anualmente (Pubmed). Es decir, tal vez un solo beneficio, y a pesar del enorme costo y de que puede ocurrir tan lejos que el “descuento” financiero será enorme, pero ¡qué beneficio!

Solución Cuantitativa al Problema del Orden

Orden Creado:

En estas situaciones puede ocurrir:

  • Los beneficios se producen una o pocas veces: llevo una carpeta completa y organizada a una audiencia judicial. Los pocos bi deben ser suficientemente grandes para que valga la pena generar este orden.
  • Los beneficios se producen tantas veces que se pueden estimar infinitas: utilizo un aplicación para registrar todos mis gastos personales y gestionar mi presupuesto. No importa mucho el tamaño de los bi pues si van a ocurrir muchísimas veces (o infinitas) es casi seguro que se justifica el esfuerzo.

Orden Natural Percibido:

Aquí es muy complicado, por no decir imposible, saber a priori si se producirá algún beneficio, o cuándo se producirá. Es más, tampoco se puede saber cuál es el costo de estos proyectos. Pero si el posible beneficio es realmente importante (salvar anualmente 10 millones de vidas del cáncer, asegurar la provisión de agua por 1,000 años en la tierra o descubrir un súper alimento que atienda todas nuestras necesidades nutricionales), es muy lógico apostar por descubrir ese orden.

Es por esto que cuando se trata de encontrar orden natural tiene más sentido pensar en diversificar: apostar por varios proyectos a la vez porque con que solo uno produzca beneficios, estos pueden ser tales que justifican todo el esfuerzo.

Incluso en este contexto el posible beneficio es un poco abstracto, en la medida que no es sencillo imaginar un impacto tangible. Podría ser que el solo hecho de descubrir un orden que nadie haya encontrado antes, sea suficiente motivador para justificar el esfuerzo.

El mejor ejemplo que se me viene a la mente de esto último es la historia de la búsqueda del orden en los números primos, tal vez el problema matemático no resuelto más importante de todos los tiempos:

… the greatest incentive for the Mathematician chasing one of the Millenium problems is not the monetary reward but the intoxicating prospect of the inmortality that mathematics can bestow. Solving one of Clay’s problems can earn you a million dollars but that’s nothing compared with carving your name on civilization’s intellectual map. The Riemman Hypothesis, Fermat’s Last Theorem, Goldbach’s Conjeture, … – these discoveries have all inmortalised the mathematicians who have been responsible for unearthing these treasures in our exploration of primes.

(Du Sautoy, 2004, p.14)

Trampa Psicológica

Seamos sinceros: casi nadie piensa de la manera descrita al momento de tomar decisiones respecto al orden. En realidad sí lo hacemos, solo que manera muy simplificada y con un sesgo importante.

Veamos el problema de la valorización del orden utilizando un modelo mental llamado inverse thinking: pensar en un problema desde una perspectiva inversa puede destapar nuevas soluciones y estrategias. Por ejemplo, mucha gente enfoca el problema de las inversiones desde la perspectiva de hacer más dinero; el enfoque inverso sería invertir dinero con miras a no perderlo. O cuando hablamos de alimentación saludable: el enfoque directo sería construir una dieta sana, comiendo más en casa y controlando los ingredientes, mientras que el enfoque inverso sería evitar consumir alimentos no saludables (Weinberg y McCann, 2019).

Con esta lógica, en vez de plantearnos la pregunta ¿vale la pena el esfuerzo de ordenar algo hoy en base a los beneficios futuros?, normalmente pensamos, aunque muy rápido, en ¿es mejor ahorrarnos el esfuerzo de hoy a pesar de los posibles costos futuros?. Es decir, sin darnos cuenta nos planteamos este problema:

Y la respuesta casi siempre está influenciada por otro modelo mental llamado present bias, que es la tendencia a sobrevalorar los beneficios de corto plazo en el presente sobre conseguir progreso incremental en el largo plazo (Weinberg y McCann, 2019). Todos descontamos el valor del futuro en alguna medida, comparado con el presente. Por la misma razón que procrastinamos (preferimos la satisfacción de hacer algo con estímulo positivo inmediato que el verdadero trabajo con resultados a largo plazo), es que preferimos no dedicar nuestro tiempo a ordenar algo hoy (me queda tiempo para otras cosas) a pesar de los claros costos (tal vez infinitos) que esto representará.

La Necesidad del Desorden

Hasta aquí he intentado justificar la creación o descubrimiento del orden, que termina siendo algo casi natural en la medida que entendamos cómo valorar sus beneficios (o reducir futuros costos) y no nos dejemos llevar por trampas mentales comunes.

Sin embargo, es importante también entender y lidiar con el desorden.

En termodinámica, la entropía se define como una medida de desorden, entendida como energía no disponible para ser utilizada para algún trabajo. La segunda ley de la termodinámica establece que dado que los sistemas tienen al desorden, para generar orden necesitamos gastar energía (Farnam Street, 2019).

De hecho, crear sistemas como la ley, la religión, el lenguaje y otros, han consumido una gran cantidad de energía, pero como hemos visto, con enormes beneficios.

Lo importante de aquí es destacar que dado que todo tiende al desorden, es imposible pretender crear o descubrir el orden en todas las cosas. Esa cantidad de energía no existe. De hecho, no necesitamos hacerlo.

Una razón para no tener que buscar orden en todas las cosas es entender que nuestras capacidades son limitadas, de manera que basta con prorizar aquellos aspectos de la vida que sean más importantes para nosotros y por ende valoremos más los beneficios derivados.

Pero la otra gran razón, es que necesitamos saber adaptarnos al desorden para evolucionar, pues como sabe la termodinámica, los sistemas cerrados, aquellos que no quieren ser invadidos por los cambios, no van a durar mucho.

Imaginemos que hemos logrando organizar nuestra agenda de contactos de tal manera que contiene todos los datos actualizados de todas las personas con las que usualmente necesitamos comunicarnos (nombres, email, teléfono, usuarios de redes sociales, etc). Además de la energía inicial invertida en construir este orden, el sistema diseñado deberá estar en la capacidad de actualizar la información para que sea de utilidad. Pero en algunos años, es muy probable que cada persona tenga un identificador digital que tal vez sea lo único que tienes que saber de otra persona para poder contactarla, pues estaría asociado a cualquier dato de contacto que esta persona pueda tener. Con esto, el sistema inicialmente diseñado podría quedar obsoleto si no tuvo la apertura de entender que debía contemplar adaptaciones grandes como la explicada.

Conclusión

Crear orden o descubrirlo, usualmente paga. Lo único que tenemos que identificar es aspectos en donde es muy probable que el beneficio esté muy por encima del costo de implementación. Dejarnos llevar por el hoy vale más que el mañana puede nublarnos seriamente la visión.

Sin embargo, debemos adoptar y aceptar el desorden, y además de verlo como una oportunidad para, a veces, obligarnos a crear o descubrir orden utilitario.

Notas

Notas
1 Ataxofobia: Fobia al desorden
2 No fue alguien en específico que descubrió el ADN, sino que fue un proceso que duró de 1869 a 1953, cuando se descubre la famosa doble hélice (Ancestry)
3 Podríamos hablar de beneficios netos puntuales en la medida que puede que en cada instante se produzca un beneficio pero también un costo menor: tengo que apretar un botón para que el administrador de contraseñas coloque mi clave

Referencias:

  • Larousse. (2016). El pequeño Larousse ilustrado. (23.a ed.). Ciudad de México, México: Ediciones Larousse.
  • The Free Dictionary. (26 de febrero, 2021). The Free Dictionary [Página web] Recuperado de: https://www.thefreedictionary.com/order
  • Arsuaga, J. (2019). Vida, la gran historia. (1.a ed.). Barcelona, España: Editorial Planeta.
  • Ancestry. (26 de febrero, 2021). Ancestry: DNA Discovery [Página web] Recuperado de: https://www.ancestry.com/lp/dna-discovery
  • Pubmed. (26 de febrero, 2021). Pubmed.gov [Página web] Recuperado de: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33538338/
  • Du Sautoy, M. (2003). The Music of Primes. (Ebook ed.). Londres, Inglaterra: Harper Perennial.
  • Weinberg, G., McCann, L. (2019). Super Thinking: The Big Book of Mental Models (Ebook ed.). Nueva York, Estados Unidos: Portfolio/Penguin.
  • Farnam Street. (2019). The Great Mental Models. Vol 2. (Ebook ed.). Otawa, Canadá: Latticework Publishing.