Por: Camila Rojas

Foto: @ollascomunesveganasperu

La pandemia del coronavirus ha expuesto las carencias de millones de hogares peruanos y ha promovido la instalación de cocinas colectivas como alternativa de subsistencia en los asentamientos más pobres de Lima, donde unas 240.000 personas dependen hoy día de ollas comunes para su sustento.

Así lo sustenta un nuevo informe difundido por la Red de Ollas Comunes en Lima, que trabaja para exigir la aprobación de un proyecto de ley para declarar emergencia alimentaria a nivel nacional.

Según la entidad, hasta la fecha se han registrado 2.219 ollas comunes ubicadas en los asentamientos humanos más humildes de Lima Metropolitana, aunque la cifra podría ser mucho mayor por la dificultad de su rastreo.

La mayoría de estos comedores colectivos tienen inseguridad alimentaria, dos tercios son autogestionados (a menudo a cargo de mujeres) y la mitad utiliza leña para cocinar, proporcionando al menos una comida al día a 238.977 personas en Lima.

10 millones de pobres 

Esta emergencia vecinal ha emergido con fuerza durante el 2020-2021, cuando la pandemia del coronavirus golpeó sin tregua la frágil economía de millones de hogares sin ahorros que dependen de sus trabajos diarios para vivir.

De hecho, en el país la pobreza se disparó al 30,1 por ciento en 2020, cuando más de 3,2 millones de peruanos cayeron en la pobreza, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

Como resultado, actualmente hay alrededor de 10 millones de ciudadanos pobres en Perú que viven con menos de 360 ​​soles ($ 97,8) por mes, y 1,6 millones más en pobreza extrema, ganando menos de 191 soles ($ 52) mensualmente, un dinero que lamentablemente no les alcanza para subsistir. 

Las cifras representan el mayor aumento reciente y hacen retroceder a Perú una década en su lucha contra la pobreza.

Alimentación en crisis 

Ante este escenario, la Red de Ollas Comunes de Lima y otras organizaciones civiles presentaron el mes de junio del 2021, junto a la entonces presidenta del Congreso, Mirtha Vásquez, el Proyecto de Ley 7821, que declara de necesidad pública la emergencia alimentaria a nivel nacional.

El proyecto, que reconoce el desabasto de alimentos de interés público, tiene como objetivo que el Estado autorice mecanismos de respuesta inmediata y transitoria para destinar recursos a mitigar las crisis desencadenadas por la pandemia.

De aprobarse la ley, el Comando Nacional de Emergencia Alimentaria será el encargado de articular las acciones necesarias entre organismos, comedores públicos y sociedad civil.

Las ollas comunes como una salida ante el problema 

Cecilia Blondet, investigadora del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), detalló que las ollas comunes han sido un recurso temporal y solidario organizado por las mujeres de los sectores más pobres ante situaciones de crisis y emergencia.

“Históricamente las esposas de obreros, mineros y campesinos cocinaron en calles y plazas mientras negociaban sus demandas en los paros, las huelgas o manifestaciones. Pero también las ollas comunes han sido de gran ayuda en los terremotos y las inundaciones o catástrofes que periódicamente asolan a las distintas regiones del Perú. Es reconocido que las tragedias ambientales y sociales afectan de manera más trágica a los sectores vulnerables y las ollas comunes son la primera forma que tienen las mujeres a la mano para alimentar a sus familias de manera inmediata”, indicó.

A diferencia de los comedores comunales, que son organizaciones espontáneas y efímeras, Blonde dijo que los comedores masivos son impulsados ​​por diferentes agencias gubernamentales y ONG. “[Tuvieron] el liderazgo de dirigentes incansables que han enfrentado crisis, paquetazos y violencia terrorista a lo largo de dos décadas”, contó.

Las ollas comunes en un contexto de pandemia se han activado rápidamente en lugares donde no existe un comedor popular. “Las autoridades o las instituciones caritativas tienen que llegar a los lugares más alejados, convocar a las señoras, facilitarles instrumentos básicos de cocina, alimentos y echarlas a andar. Pueden durar el tiempo necesario para aplacar el hambre que la pandemia les ha ocasionado”, manifestó la historiadora.

Asimismo, considera que el papel del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) debe ser el de un coordinador entre las entidades benéficas, comerciales y eclesiásticas y las organizaciones del gobierno local y de la comunidad para asegurar el abastecimiento de alimentos. Para los expertos, es necesario registrar a los hogares vulnerables para que puedan ingresar como beneficiarios de ciertos esquemas de asistencia social. “Más allá de la emergencia actual, muchas familias necesitarán subsidios sociales para el futuro y durante mucho tiempo”, dijo.

Crisis en las ollas 

A raíz de la crisis alimentaria provocada por el alza de los precios de los alimentos y la crisis económica, Fortunata Palomino, presidenta de la red conjunta de ollas en la capital, exigió un presupuesto de más de 54 millones de soles, ya que el menú solo consta de un plato al día. 

“El presupuesto se está discutiendo. Ahora hay un monto de 54 millones de soles, pero es irrisorio porque las ollas comunes cocinan en cantidad y son casi 2500 en total que atienden más de 2555 mil familias diariamente aparte de que se han incrementado los costos. Nosotros pedimos un presupuesto de 300 millones anuales”, señaló a Radio Nacional.

La situación de las ollas comunes es crítica. “Se come una vez al día, gracias a Dios las clases empezaron para dar el desayuno a los niños, se hace solo segundo, pero de acuerdo a los productos que encontramos porque todo esta caro y damos prioridad a las personas vulnerables”, aseveró.

“Pedimos un presupuesto hasta que dure la pandemia, pedimos ser atendidos como personas dignas, en los mercados las cosas se han puesto difíciles. Estamos esperando que las ollas comunes también sean acreedoras del bono gas porque la mayoría ha tenido que retornar a cocinar con leña y esto ha traído que las madres se enfermen de fibrosis pulmonar y otros problemas respiratorios”, agregó.

Sin alimentos 

Más de 30 presidentas de las ollas comunes de esta zona de Lurigancho aseguran que ya no tienen insumos para cocinar.

En Jicamarca, las señoras encargadas de las ollas comunes practicamente imploran por los alimentos intentando que les alcance con un billete de diez soles. Lamentablemente con la alza de puestos, los vendedores ya no quieren donar alimentos como lo hacian antes. 

Las señoras tienen que humillarse y recibir migajas o comprar huesos de pollo a dos soles. Aunque a veces hay personas generosas que deciden donarles alimentos para su día. 

Irene Chávez, presidenta de las ollas comunes del Perú, recorre los mercados día a día para poder encontrar algun alimento económico o apelar a la generosidad de las personas. Ella fue quien le dijo al presidente Pedro Castillo que no quieren asistencialismo, ni bonos, ni que sus hijos sean obreros baratos, que lo que quieren es una ayuda temporal para salir adelante con su propio esfuerzo. 

Esto ocurrió en una mesa de trabajo realizada hace una semana en Palacio de gobierno, con miras a tomar acciones de ayuda para las poblaciones vulnerables.

Irene asegura que los niveles de anemia se han disparado en varias zonas del Perú.

Por su parte, las encargadas de las ollas comunes tratan de que se cree un milagro y logren cocinar para todo un barrio con las donaciones y otros alimentos que pudieron comprar a bajo precio. Como resultado, logran cocinar una sopa que costó mucho más que dinero.

Su situación es incierta, ya que hoy comen, pero mañana no sabrán si será así, puesto que les toca nuevamente salir a los mercados a probar suerte. 

No solo en San Juan de Lurigancho el hambre ha apoderado a los vecinos de la zona, sino también en Carabayllo, donde hay ollas que ya no funcionan debido a la falta de recursos. 

Lastimosamente, los 100 millones de soles que el presidente Castillo desginó a las ollas comunes no llegaron completos. 

Dentro de la desesperanza hubo una buena noticia: el congreso aprobó la ley de ollas comunes, un reclamo de mujeres como Fortunata e Irene que garantizará la sostenibilidad y financiamiento para estas organizaciones que, a pesar de estar en el limbo legal, salvaron del hambre a cerca de 300 mil personas en Lima.

Las donaciones 

Abilia, representante de las Red de Ollas de SJL, indica que durante la pandemia no ha recibido mucho apoyo de parte de las autoridades y se han acercado hacia su olla solo por momentos. Asimismo explica que los alimentos que envian desde Qali Warma son pocos y no alcanza para el gran número de pesos que alimentan en su zona Nueva Esperanza. 

Según el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) y a través de una corroboración con las lideresas de varios distritos limeños, se pudo comprobar que las últimas canastas enviadas a estas ollas comunes contienen lo siguiente: una lata de atún, dos tarros de leche, un cuarto de kilo de avena, un kilo de arroz, medio kilo de fideos, un kilo de frijol, medio kilo de lenteja, medio kilo de arveja, medio kilo de azúcar y un litro de aceite.

“En la última entrega nos han dado 20 canastas. Aquí se cocinan de 12 a 15 kilos diarios de arroz (para unas 80 personas). Entonces, si recibimos 20 kits y en cada kit viene un kilo de arroz, no nos alcanza ni para dos días”, narra Abilia.

Lo mismo sucede con la olla de la Virgen Milagrosa ubicada en lo alto de Villa María del Triunfo (VMT), en la zona de Cercado. A esta olla solo se puede llegar en mototaxi y en invierno debido a las lluvias, las cuales provocan barro, complica el transporte de alimentos.

Lourdes Souza, lideresa de la olla, menciona que la última entrega de canastas de Qali Warma, realizada en las primeras semanas de agosto, recibieron un total de 30 por parte de la municipalidad de VMT pese a que actualmente dicha olla sostiene a 20 familias (80 personas aproximadamente). La cantidad enviada no es suficiente para cubrir las necesidades de los beneficiarios.

“Nosotros preparamos 13 kilos diarios de arroz y las 30 bolsas que nos dan tienen 30 kilos. Eso nos alcanza solo para dos días”, sostiene preocupada, Lourdes.

Según los cálculos del Midis, las canastas enviadas deberían alcanzar para un mes. De hecho, no duran más de unos pocos días.

Otro tema advertido por integrantes de la Ficha de Seguridad Alimentaria, creada en febrero de 2020 por la Comisión de Salud Pública y Desarrollo Social de la Ciudad de Lima, por OSC, ONG, FAO, Defensoría del Pueblo, Midis, Ministerio de Salud, Sedapal y otros, es el valor nutricional que contienen las canastas. De acuerdo a esto, Qali Warma planea enviar alimentos procesados ​​que no lleguen al 50% de su valor nutricional requerido, por lo que han desarrollado una propuesta de canasta para llegar al 100%.

Cabe mencionar que para que una dieta o canasta sea balanceada nutricionalmente, debe contener alimentos que aporten 3 macronutrientes esenciales: carbohidratos, proteínas y grasas.

Ley de ollas comunes 

Tras un cuarto de receso, el Pleno del Congreso aprobó por unanimidad (110 votos) el proyecto de ley, que propone reconocer las ollas comunes y garantizar su sostenibilidad, financiamiento y beneficiarios fomentando su espíritu emprendedor al trabajo productivo.

La propuesta, respaldada por Abel Reyes Cam (PL), presidente de la Comisión de Inclusión Social y Discapacidad, planteó un texto alternativo que reconoce el apoyo cívico o las iniciativas de preocupación alimentaria denominadas ollas públicas como organizaciones sociales de base.

Identificar estos pueden ser temporales o permanentes para garantizar su sostenibilidad y financiamiento temporal en emergencias por desastres naturales, emergencias sanitarias o situaciones graves que afecten la vida del país, así como para facilitar el trabajo productivo. sus beneficiarios, fomentando su espíritu emprendedor.

Está dirigido a madres de familia y mujeres que trabajan en cocinas populares y ollas comunales. Asimismo, para las personas en situación de vulnerabilidad, especialmente las personas con discapacidad, en su entorno.

En ese sentido, la diputada María Acuña Peralta (APP), autora de uno de los proyectos de ley, señaló que está dirigido a hombres y mujeres que trabajan para niños, jóvenes y ancianos más vulnerables.

Dijo que las ollas ordinarias permitieron superar la crisis durante la pandemia y por eso tuvieron que ser registradas por los municipios para poder sacar el presupuesto y poder subsistir, de lo contrario podrían ser cerradas por la crisis que atraviesa nuestro país. pasando actualmente.

En tanto, la legisladora Edith Julón Irigoin (APP) hizo hincapié que las ollas comunes nacen de la pandemia, que han tratado de ayudar a los más necesitados y que ahora buscan un marco jurídico para tener su propio financiamiento.

“Estamos convencidos que debemos fortalecer esta acción a los más necesitados”, dijo.

Ella cree que el financiamiento debe recaer en los ministerios y no en los gobiernos locales, ya que no hay garantía de que cumplan porque muchas veces no tienen el presupuesto necesario.

El asambleísta Edwin Martínez Talavera (AP) ha propuesto la creación de un comité de vigilancia para que los tanques públicos no solo sean reconocidos sino financiados. 

“Las manos de los peruanos no son para mendigar, sino para trabajar. Le pido al gobierno que genere empleos dignos en lugar de dar migajas con frecuencia y de mala gana”, aseveró.

La legisladora Kira Alcarraz Agüero (SP) dijo que la propuesta legislativa recoge el sentir de los tarros comunes, erradicar el hambre y combatir la inseguridad alimentaria en el Perú, y más en el contexto de crisis y escasez de precios que sufre nuestro país.

La iniciativa aprobada fue derogada por 111 votos a favor en una segunda votación y fue expedida al ejecutivo para su promulgación final.

Conclusión

Las ollas comunes se encuentran en una constante crisis de la que no han podido escapar. La pandemia, el alza de precios y las enfermedades pulmonares que les ha causado cocinar a la leña, ha provocado que no la comida no alcance para todas las personas que viven en la zona. 

Las donaciones del Estado lamentablemente no son suficientes, los alimentos que envian no contienen los nutrientes necesarios y el dinero que les  prometieron, nunca llegó. De igual forma, existen organizaciones generosas que les envían alimentos, pero estas tampoco pueden abastecer a todas las ollas de Lima. 

Pese a ello, las madres de la olla, por amor a su comunidad, día a día salen a los mercados con la esperanza de conseguir productos a bajo precio o encontrar algun vecino solidario que decida donarle algun alimento. Una situación humillante que no merece pasar ningun persona.

Y por si fuera poco, las enfermedades no faltan. La mala alimentación ha provocado el aumento de anemia en las personas que asisten a comer a las ollas comunes. Esto, sumado a que viven en una situación de probreza, sin un trabajo digno, ganando menos de 190 soles al mes y un gobierno que los ha olvidado, es un acercamiento a la muerte.

Los vecinos de los acentamientos humanos se encuentran practicamente sobreviviendo, sin saber si al siguiente día tendran algo que comer. Asi de triste es la realidad en el Perú.

Pese a ello, las madres de las ollas se esperanzan con la nueva ley que ha promulgado el Congreso en donde reconoce a las ollas y esperan que por fin el cambio y la ayuda les pueda llegar. 

BIBLIOGRAFIA 

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