Querer es poder, piensa y lo conseguirás, da todo lo que tienes, queda prohibido rendirse, el fracaso no es una opción, lucha por tus sueños, bla, bla, bluf!

Todos los días te encuentras con alguna de estas y puede que te hayas detenido a contemplarlas, y hasta creas que te han ayudado.

Un buen shot de cafeína, a la mayoría, le produce un efecto energizante durante unos buenos minutos. Bueno fuera que esas frases hagan lo mismo: no hay un efecto energizante, sino solo consuelo cuando tu forma de hacer las cosas no ha funcionado, ya sea porque lo hiciste mal o simplemente por el azar.

Estas frases motivadoras son puros “qué”, sin nada de “cómo”, y menos “por qué”. Bueno fuera que al menos esos “qué” funcionaran. Solo buscan proveer esperanza cuando lo que realmente sientes es miedo.

Son como ver solo las ilustraciones de una novela y por ello creer que se conoce la historia. O como tener el libro en la biblioteca y por ello sentirse culto. O como comprarse todo el atuendo deportivo y creer que uno ya es un profesional en la disciplina. O como comprarse el vino más caro sin saber de vinos y por ello creer que ya es un experto. O como crear una empresa y creerse empresario, o crear varias y creerse emprendedor serial. O como ponerle palta al plato y creer que ya estás comiendo todos los vegetales que necesitas. O como beber gaseosa light y creer que estás neutralizando la chatarra. O como poner una de tus mejores fotos en tus redes sociales para que todos crean que eres guapo y feliz. O como escribir cualquier cosa y creer que todos la van a leer solo por postearla.

En fin, la vida es mucho más compleja que tres o cuatro palabras motivadoras. La verdadera motivación, la que dura y realmente mueve, es la que se basa en sólidos “por qué”, no importa cómo llegas a ellos, pero sí que sean tuyos, bien pensado y formulados. Puede que el “qué” asociado no sea correcto, al igual que el “cómo”, pero si el “por qué” es sólido, tendrás la energía para experimentar durante mucho tiempo. Nada te garantiza el éxito, vas a sufrir y tal vez llorar, pero así es la vida para ti, y para todos.

Yo prefiero la piedra en vez de la hermosa caja de regalo vacía. Sé cómo reaccionar ante la piedra y hasta puedo buscarle alguna utilidad. O prefiero no recibir ningún regalo, pues nadie me debe nada, y además dicen que nadie realmente te regala algo.

No más formas sin fondo.


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