La falta de algo es lo que normalmente nos hace infelices. Nos falta dinero, nos falta tiempo, nos falta conocimiento, nos falta energía o nos falta amor. Algo siempre falta y por esto sufrimos.

Buda decía que más que el sufrimiento (otra forma de llamarle a la infelicidad), que es la consecuencia, lo inherente a la condición humana es la insatisfacción. Como nunca estamos satisfechos (algo falta), entonces sufrimos.

Se puede ver también fácilmente en situaciones rutinarias: nos estresan las tareas pendientes, las deudas que no hemos podido cubrir o los años que nos tomará desarrollar una carrera profesional.

Tal vez todo esto sea un caso particular de la tendencia general que tenemos a sobrevalorar lo negativo, como en el conocido experimento que demuestra que la mayoría prefiere ganar $10 seguros que una apuesta que paga $20 con probabilidad 80% o quita todo con probabilidad 20%.

Lo cierto es que es más natural ver el aire en el vaso que el agua, aunque todos sabemos que lo natural, que en este caso significa sólo “normal”, no necesariamente es lo mejor.

Si no hacemos nada, lo que nos falta le gana a lo que tenemos. 1-0, pero recién empieza el partido.


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