Para ganar es necesario invertir. No necesariamente dinero, pero al menos energía. La única alternativa es dejar todo al azar, pero las probabilidades estarán en tu contra y el riesgo puede ser demasiado.

De manera similar, para aprender es necesario estudiar. La única alternativa es intentar aprender con la experiencia, que sería como lanzarte a la piscina sin saber nadar, que no solo no te asegura aprender a nadar, sino que tampoco te asegura seguir viviendo.

No hay duda que la experiencia consolida el aprendizaje, pero lo más coherente sería incorporarla a tu método de estudio: mira cómo nadan otros antes de lanzarte y luego lánzate, porque sino te quedarás solo mirando.

Estudiar no es lo mismo que matricularse, asistir y pasar los exámenes. Estudiar es ser consciente de que existe un objeto sobre el cual vale la pena invertir tu energía para conocerlo mejor, postura que junto a un buen método, pueden generar aprendizaje.

El camino más efectivo empieza con estudiar (que insisto, no es igual a cursar) y sigue con aprender, solo que nunca se termina. Estudiar es caminar, mientras aprender es contemplar lo maravilloso del paisaje, que no solo justifica la caminata, sino que te hace preguntarte siempre “¿y qué hay más allá?”, razón suficiente para seguir caminando.


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