Dicen que una forma de definir la locura es cuando uno hace lo mismo esperando un resultado distinto. Del mismo modo, seguir enfrentando situaciones de la misma manera y esperar que solo por seguir intentando las cosas cambien, no tiene ningún sentido.

Todos caemos en esto: “esta vez sí funcionará mi relación”, “solo tengo que seguir estudiando”, “este mes tendremos suerte y la demanda se recuperará”, “vamos con fe”, etc.

Si bien intentarlo es la única forma de descubrir un método efectivo, lo sensato es aprender de cada intento y deducir si solo requiere algunos ajustes o hay que cambiarlo por completo. De hecho algunos caminos que probamos en la vida sí son buenos, pero no necesariamente buenos para nosotros, que es lo que al final importa.

Si quieres que algo cambie en tu vida o en el mundo, tienes que moverte, siendo que movimiento no es solo despliegue sino canalización adecuada de energía.

El problema con la esperanza es que implica una actitud pasiva en la que lo único que hay que hacer es “esperar”.  El otro problema es que te pones en manos de otros, a quienes lamento decirte que lo primero en lo que usualmente piensan es en ellos mismos.

Por eso yo no tengo esperanzas de que el mundo cambie. Yo tengo planes, y tú también deberías.


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