De las innumerables veces que me he equivocado, algunas ocurrieron a pesar de que estaba casi seguro mi error, y de muchas menos finalmente terminé aprendiendo algo.

Creo que fueron aquellas situaciones en las que fallé más de una vez (reincidencia) o aquellas que me afectaron más (impacto) las que me generaron aprendizaje.

Debe ser por esto que le he ido perdiendo miedo al error. Como a cualquiera, no es que me guste estar equivocado, pero ahora entiendo que es mejor conocer la verdad que creer que tengo la razón. Sentir menos temor me ha permitido arriesgar un poco más en la vida, no lamentarme demasiado cuando me equivoco y más bien concentrarme en el aprendizaje derivado.

Cometer errores es distinto a fracasar, en la medida que entendamos que un error es una situación puntual, mientras que fracasar es una seguidilla de errores o un error enorme, de los que no terminas aprendiendo nada.

Si distingues los errores de los fracasos entonces:

  • Te puedes dar tregua para cometer errores (reincidencia).
  • Te debes dar tregua para distinguir errores menores de erores graves (impacto).

Pero además, el fracaso es algo de más largo plazo, tanto así, que la próxima vez que te sientas frustrado por un fracaso, piensa que en realidad es solo un error, esperando que aprendas para no convertirse en un fracaso.

Luego, depende de ti decidir si esta situación difícil es un fracaso (no se va a sentir muy bien) o uno de esos errores que necesitabas.