Para encontrar una buena solución a un problema, es obvio que hay que definirlo correctamente.

Para fabricar una llave que abra una cerradura, hay que conocer la forma y dimensiones de la ranura, así como el mecanismo de apertura. Claro, también puedes intentar con alguna llave maestra, que sería una solución genérica, y que si funciona, te hace ver que tienes otro problema.

Una llave cuidadosamente fabricada abrirá perfectamente la cerradura, pero si para atravesar la puerta era necesario desactivar la alarma, el problema estuvo mal definido.

El detalle es que no basta con definir el problema correctamente, sino que debes elegir el problema adecuado. Tienes la llave, sabes desactivar la alarma, pero ¿y si no es esa la puerta que había que cruzar?

Identificar, definir y recién buscar soluciones es el orden más lógico para resolver problemas. Empezar por fabricar llaves perfectas, no.

Todo problema tiene solución, que no quiere decir que la vayas a encontrar, pero si te embarcas en el problema que sí vale la pena, al menos estarás más cerca. Los demás tipos de problema se pueden resolver simplemente ignorándolos.