Una cosa es saber a cuánto equivale 4×8, otra cosa es entender cómo calcularlo y finalmente muy distinto es entender la multiplicación.

Saber la fórmula permite no tener que memorizar infinitos resultados y a pesar de eso poder calcular 44×88 o el producto cualquier combinación de múltiplos.

Entender el concepto es otro nivel, ya sea que lo descubras o que llegues a él con la ayuda de alguien más. Tanto así que solo sabiendo eso tienes más herramientas que sabiendo la fórmula o memorizando resultados: puedes aplicarlo en otro contexto y puedes explicarlo.

En las organizaciones necesitamos personas que creen o entiendan los conceptos, otras que sepan aplicar las fórmulas y también aquellas que solo sepan el resultado.

En la vida hay aspectos en los que nos es suficiente saber el resultado solamente, otros en los que necesitamos saber las fórmulas y algunos, tal vez los más importantes, en los que deberíamos entender los conceptos: me basta saber que la temperatura actual promedio del ambiente es 26 grados para ver qué ponerme, me sirve enormemente conocer la fórmula con la cual se el costo financiero de un crédito, pero me debería ser indispensable entender qué es la felicidad (o al menos intentarlo).

Entonces, como no podríamos con todo, puede ser suficiente saber qué merece llegar hasta el concepto, solo a la fórmula o simplemente al resultado.


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