Donación, aporte, colaboración, ONG, asociación sin fines de lucro, empresa social. Altruismo, filantropía, caridad. Todos estos términos son cada vez más frecuentes, felizmente, aunque se hable mucho de algo no es garantía de que genere el mismo volumen de movimiento.

Lo cierto es que sí parece haber una ola creciente asociada con la necesidad de hacer más por devolver, incluir e igualar.

Sin duda el mundo ha venido generando condiciones que han mejorado la calidad de vida del ser humano promedio, pero como ocurre muchas veces, el promedio no es la moda: algunos tienen demasiado, muchos tienen poquísimo, y varios tenemos más de lo que realmente necesitamos.

Felizmente todo esto viene generando que una masa importante de personas se empiece a movilizar buscando formas de subirse o de generar nuevas olas que nos lleven a todos a la orilla, para estar más seguros. Durante estas aventuras empiezan a aparecer preguntas naturales pero importantes que cuando no son adecuadamente respondidas nos pueden quitar el interés.

Por todo esto es que hemos elegido tres potentes libros que desde diferentes perspectivas nos van a despejar cualquier duda de por qué debemos involucrarnos en el altruismo y cuáles son las mejores formas de hacerlo:

Debo confesar que a mí me bastó el primer capítulo del libro de Singer para entender la enorme deuda que yo tenía con la humanidad. Veo imposible llegar al último y no sentirse con ganas de correr a ayudar. Pero los tres libros en conjunto creo que explican con fundamentos sólidos, apelando a la razón y con maravillosas historias y precisos ejemplos, la enorme necesidad que tiene la humanidad de empezar a devolver.

¿Por qué salvar una vida?

Porque debes y porque puedes.

Existen varios ejemplos de personas que dejaron todo para entregarse a causas humanitarias, al punto que estaban dispuestos pasar hambre o frío en lugar de otros. Esas personas merecen nuestro absoluto respeto y agradecimiento en nombre de toda la humanidad, pero la verdad es que no tenemos que llegar a esos extremos para empezar a ayudar.

Todo inicia por entender las razones por las cuales ayudar es una obligación moral. En TLYCS, Peter Singer empieza con el ejemplo de una persona que camina por la calle y ve a un niño ahogarse en una fuente de agua, mientras camina con sus zapatos de marca exclusiva, recién comprados. La mayoría sabemos que la decisión correcta es ir a rescatar al niño sin importarnos si se malogran o no los zapatos, pero casi todo el tiempo hacemos lo contrario: compramos zapatos caros en vez de donar ese dinero para gente cuya vida depende de esa misma cantidad. No conozco mejor forma de hacerle entender a cualquier persona por qué debemos ayudar y a la vez que tenemos los recursos para hacerlo.


Si tienes derecho a hacer algo, no puedo forzarte justificadamente a que no lo hagas, pero aún puedo decirte que serías un tonto si lo hicieras, o que sería algo horrible de hacer, o que te equivocarías al hacerlo.

If you have a right to do something, I can’t justifiably force you not to do it, but I can still tell you that you would be a fool to do it, or that it would be a horrible thing to do, or that you would be wrong to do it.

Peter Singer

No sé si sea suficiente para salvar todas las vidas que lo necesitan, pero salvar una es el mejor primer gran paso:

We can’t help everyone, but everyone can help someone.

Ronald Reagan

Y es que no se trata de “nuestra” vida, sino de “la” vida en general:

We make a living by what we get, we make a life by what we give.

Winston Churchill

No es cuestión de salvar vidas solamente

Las personas no necesitan ayuda solo para sobrevivir, sino para llevar una vida digna y justa. En este sentido, en MFMR, Jackeline Novogratz nos enseña una muy apropiada definición de pobreza: condición en la que las personas carecen de libertad de elección y oportunidades. Y es que no se trata sólo de dinero: encontrarse con un fajo de billetes no va a resolver el problema de una persona en situación de pobreza; no tendrá a la mano servicios o bienes para adquirir o tal vez no tiene las herramientas para tomar las mejores decisiones para emplear ese dinero. La pobreza no se elimina sólo con el esfuerzo de las personas afectadas y difícilmente son ellas responsables de esa situación.

Como cualquier persona, un ser humano en condición de pobreza tiene necesidades que satisfacer, con la diferencia que requiere empezar por las más básicas. Darle la oportunidad de hacerlo a través de productos o servicios adecuados a precios accesibles es la fórmula base de la revolución social que predica Novogratz, que no es otra cosa que el emprendimiento social, pero “pensando en los pobres como consumidores, no como víctimas”, nos dice fuerte y claro.

En los últimos años muchas organizaciones se vienen sumando a la ola de “capitalismo consciente” como respuesta a las preocupaciones de sus consumidores, a algunos de los cuales ya no sólo les preocupa el servicio o producto que reciben sino el impacto de esta provisión en la sociedad y el medio ambiente. Es una avance positivo, sin duda, pero todavía insuficiente. Es muy distinto alinearse a las tendencias de consumo que realmente creen en la necesidad de sistemas de producción sostenibles, o mejor aún, sistemas que puedan abastecer las necesidades de consumidores que siempre estuvieron abandonados.

Si la ayuda sigue dependiendo de personas o corporaciones pudientes que proveen ingresos para la ejecución de causas sociales, es posible que esto no acabe nunca o ya sea demasiado tarde. La revolución consiste en que las nuevas empresas se conciban y sostengan a partir de atender justamente estas causas abandonadas, procurando que a su vez esto sea un negocio viable.

Pero no es solo salvar vidas o atender necesidades. También puede ser mejorar la calidad de vida y sobre esto último el concepto de altruismo efectivo muy bien desarrollado por William MacAskill en DGB ayuda enormemente. Para entender cómo aplicar el altruismo efectivo MacAskill introduce en su libro el QALY, que son las siglas de Quality Adjusted Life Year, como un indicador muy útil para valorar el impacto de una iniciativa social y así poder elegir la que más genera.

Conceptos como el QALY nos permiten entender que más importante que la cantidad de personas a las que se llega es el cambio total en la calidad de vida agregada: claramente es mejor duplicar la calidad de vida de una persona (asumamos de 40% a 80%) en un año, que mejorarle la calidad de vida en sólo 10 puntos a 100 personas por un día. Calidad de vida y tiempo se introducen en la ecuación de valoración que antes solo tomaba en cuenta la cantidad de personas.

¿Cómo hacer la diferencia?

Considerando todo lo que exponen los autores de los tres libros recomendados, uno puede ayudar de las siguientes formas:

  • Donar dinero. Ya se que destines una parte de tu sueldo, lo hagas cuando puedas o tengas una empresa que pueda donar parte de sus utilidades, los proyectos sociales necesitan de financiamiento privado. Evidentemente hay que procurar elegir la mejor alternativa posible para que se dinero sea muy bien empleado, metodología que introduce muy bien TLYCS pero que desarrolla al detalle DGB para ayudarnos a llegar a la más costo/efectiva: When it comes to helping others, being unreflective often means being ineffective (William MacAskill).
  • Trabajar para una institución con fines sociales. Las instituciones sociales necesitan el mejor talento posible, no para ganar dinero, pero sí para hacer lo mejor que se pueda con él en términos de impacto social. Si ya tienes la vocación para esto, no hay mejor forma de involucrarse directamente, sea que lo hagas al inicio de tu carrera o mejor aún, ya con algo de experiencia.
  • Dedicarse a la política. Lamentablemente en muchas partes del mundo la política es entendida como un ámbito para desarrollar intereses personales. Aunque la fama la hace justicia lo cierto es que sí es un medio importante para ayudar a generar el cambio: los políticos toman decisiones respecto a qué problemas priorizar en la sociedad y manejan los presupuestos del Estado, muchas veces más grandes que lo que puede aportar el privado en algunos sectores.
  • Emprender con enfoque social. En MFMR se explica claramente que sí es posible implementar negocios exitosos atendiendo las necesidades de poblaciones vulnerables o problemas desatendidos por la sociedad. De hecho, puede que sea la fórmula que logre que el crecimiento económico que tanto obsesiona a los países ahora sí sea sostenible, pero todo debe empezar por escuchar realmente a estos clientes: Listen with your ears, your eyes, all your senses. Listen not to convence or to convert, but to change yourself, spark your moral imagination, sorteen your hardened edges, and open yourself to the world (Jackeline Novogratz).
  • Dedicarse a investigar soluciones para los grandes problemas de la humanidad o fallas de mercado. Los emprendimientos sociales hacen algo de esto, pero a la par que buscan generar un negocio viable económicamente. La investigación pura no tiene normalmente estas presiones y justo por eso que muchas veces genera soluciones a problemas en los que nadie se atrevía a apostar.
  • Influir en otras personas. Para que todo lo anterior ocurra uno se tiene que enterar y para esto necesitamos de personas que hablen, escriban y difundan de diversas maneras sobre estos temas, desarrollando argumentos sólidos, como los autores de los libros que estamos repasando.

Podemos salvar vidas, podemos atender necesidades de poblaciones vulnerables y podemos mejorar la calidad de vida de muchas personas, pero sobre todo, DEBEMOS. Existe al menos una vida que podemos salvar o cambiar, pero para esto debemos reflexionar sobre la forma más efectiva de hacerlo y contagiar a todo nuestro entorno con la mentalidad de revolución social.