Comunicar es un arte, y como tal, no tiene fórmulas cerradas que se deban respetar, pero creo que sí existen principios que pueden ser sumamente útiles.

Cuando hablamos solemos regular el volumen de nuestra voz según el contexto, que usualmente está definido por el ruido del ambiente y el tipo de mensaje que queremos transmitir. Es muy fácil regular el dial del volumen, pero esto no implica que siempre lo hagamos bien.

Tal cual una radio, el mensaje se transmite correctamente no sólo cuando el volumen está en el nivel adecuado, sino también cuando el dial de sintonización ha captado una señal clara, esa en la que se transmite todo perfectamente.

A diferencia del aparato, que depende íntegramente del usuario, nosotros tenemos la capacidad adicional de poder autorregular ambos diales. Sin duda necesitamos tomar en cuenta al oyente, pero si hacemos un pequeño esfuerzo seguro que podemos encontrar la combinación adecuada de volumen y sintonización para cada situación.

Ya casi no usamos radios en estos tiempos, por eso no me sorprende que nos hayamos olvidado de estas capacidades de regulación. Pero ahí siguen nuestros diales, a disposición para ser ajustados. Y si no, simplemente estamos haciendo bulla.


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